Terapia de autoayuda
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La terapia de autoayuda se fundamenta en la noción de que las personas pueden superar los problemas a través de sus propios esfuerzos y fue la base de un movimiento social y filosófico mucho antes de que las librerías modernas tuvieran secciones de 'autoayuda'.
Antecedentes
En su forma más temprana, la 'autoayuda' se refería a la reunión de pares que se ayudarían mutuamente independientemente de la asistencia profesional. Los investigadores Katz y Bender (1976) rastrearon los comienzos de estos esfuerzos de autoayuda en la Inglaterra del siglo XIX. El fenómeno de los grupos de autoayuda entre pares continúa hasta nuestros días y se ha estimado que existen al menos 500 organizaciones de autoayuda activas en los Estados Unidos, una cifra que ahora se ha empequeñecido por cientos de grupos de 'chat' en la World Wide Web.
Los libros de tratamiento de autoayuda representan otra forma temprana de orientación, disponible al público sin la participación de psicólogos. En tiempos más recientes, los libros más vendidos de autoayuda siguen siendo escritos por autores ajenos a las profesiones de la salud. El Poder del pensamiento positivo de Norman Vincent Peale (1952) fue un éxito de ventas durante gran parte de la segunda mitad del siglo XIX. Peale era ministro, no psicólogo. El arte de la felicidad del Dalai Lama, logró situarse en el número 10 en la lista de libros más vendidos de no ficción del Wall Street Journal.
Dada la enorme popularidad de los materiales de autoayuda y su objetivo de orientar a las personas a ayudarse a sí mismas, no es sorprendente que los psicólogos y otros profesionales de la salud hayan brindado su parte de asesoramiento. Un texto del médico Samuel Smiles (1881) titulado Autoayuda es un ejemplo temprano.
El crecimiento explosivo de los libros tipo "Hágalo usted mismo" que dominaron la industria en la década de 1970 fue casi igualado por el desarrollo de cintas de audio y programas de video de autoayuda en la década de 1980. La Asociación Estadounidense de Psicología también ingresó al negocio de desarrollar, comercializar y promover cintas de audio de autoayuda durante este período de tiempo. En la década de 1990, se produjo otra expansión en la industria de la autoayuda a medida que se desarrollaron programas informáticos para el auto-cambio. La autoayuda a través de Internet es la vía desarrollada más recientemente para ofrecer tratamientos autoadministrados al público.
Limites de la autoayuda
Un hallazgo importante que surgió de la investigación en la década de 1970 fue que las técnicas aplicadas con éxito por un terapeuta profesional no siempre se autoadministraron con éxito. Por ejemplo, un estudio de Johnny L. Matson y Thomas H. Ollendick (1977) evaluó un libro titulado Entrenamiento para ir al baño en menos de un día.[1] El estudio encontró que cuatro de cinco madres en una condición administrada por un terapeuta entrenaron con éxito a sus hijos para que fueran al baño, mientras que solo una de las cinco madres que usaron el libro en una condición autoadministrada fue exitosa. Este estudio también reveló que las intervenciones autoadministradas sin éxito se asociaron con un aumento de los comportamientos problemáticos de los niños y los efectos secundarios emocionales negativos entre las madres y los niños. En otras palabras, las intervenciones altamente exitosas basadas en una clínica o supervisadas por un terapeuta no necesariamente se tradujeron en un útil programa de "hágalo usted mismo"
Robert A.Zeiss, del departamento de Psicología de la Universidad de Oregon, Zeiss realizó en 1978 un estudio de resultados controlados sobre el tratamiento de la eyaculación precoz. Las parejas fueron asignadas, al azar, para recibir tratamiento autoadministrado, contacto mínimo con el terapeuta o tratamiento dirigido por el terapeuta. Como en informes anteriores, el tratamiento con un mínimo contacto con el terapeuta fue efectivo. Pero de seis parejas que se autoadministraron su tratamiento en el estudio de Zeiss, ninguna completó con éxito el programa.[2]
La importancia de estos hallazgos demuestra claramente que los cambios bien intencionados en los materiales de instrucción pueden tener un impacto significativo y negativo en el resultado del tratamiento de autoayuda. Un corolario importante a este punto es que el valor de un programa de autoayuda solo puede conocerse probando el contenido específico y las instrucciones de ese programa en las condiciones para las cuales está destinado.[3]
El problema de los cursos y libros de autoayuda puede resumirse de la siguiente manera: Primero, no se puede suponer que la efectividad de un programa de tratamiento bajo un conjunto de condiciones se generalice a todas las situaciones. Por lo tanto, los tratamientos efectivos basados en una clínica pueden no producir procedimientos que puedan autoadministrarse efectivamente. Segundo, los programas ineficaces pueden conducir al empeoramiento de un problema. Tercero, los cambios de instrucción bien intencionados pueden conducir a programas ineficaces, de modo que el efecto de cualquier cambio en el contenido de instrucción debe evaluarse, no asumirse.
Además de apresurar la comercialización de programas no probados en un esfuerzo por 'regalar psicología', algunos psicólogos (tal vez sin darse cuenta) permitieron que sus programas fueran acompañados de afirmaciones sin fundamento. Esta observación puede proporcionar la demostración más dramática de que son los factores comerciales, en lugar de los estándares profesionales, los que dominan la comercialización de libros de autoayuda.
Tomemos, por ejemplo, el libro Don't Be Afraid de Gerald M Rosen (1976), que decía en su solapa: “En tan solo seis u ocho semanas, sin el gasto de asesoramiento profesional y en la privacidad de su propio hogar, puede aprender a dominar esas situaciones que ahora le ponen nervioso o asustado"[4] Es de notarse que no se mencionan los resultados de la investigación para aclarar que, en el mejor de los casos, el 50% de las personas tuvieron éxito en el tratamiento autoadministrado.
Considérense las afirmaciones proporcionadas en la contraportada de In the Mind's Eye, de Arnold A. Lazarus, un libro que "presenta estrategias cognitivo-conductuales promovidas para ayudar al lector a 'mejorar sus poderes creativos, dejar de fumar, beber o comer en exceso, superar la tristeza y el desaliento, desarrollar la autoconfianza y la habilidad, superar los temores y la ansiedad'”.[5] Fue el mismo Lazarus quien intervino personalmente y pudo hacer que el editor abandonara estos reclamos para la siguiente impresión del texto.
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Referencias y ligas externas
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