Sesgo de publicación

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Corrupción
en la Ciencia

El sesgo de publicación (sesgo de informe, sesgo de información, sesgo de notificación) es un fenómeno muy interesante y muy humano. Por diversas razones, siempre es más probable que se publiquen más los ensayos científicos positivos que los negativos. Es bastante fácil de entender si uno se ponemos en el lugar del investigador. Para empezar, cuando se obtiene un resultado negativo, el investigador tiene la sensación de haber estado perdiendo el tiempo. Es fácil convencerse de que no se ha descubierto nada, cuando, en el fondo, sí se ha descubierto un importante elemento de información: que lo que se estaba probando no funciona.

Con razón o sin ella, lo cierto es que descubrir que algo no funciona no va a hacerle ganar a nadie un premio Nobel (no hay justicia en este mundo), aún y cuando se trate de refutar un producto milagro, así que es probable que los investigadores se sientan desmotivados acerca del proyecto en cuestión o que den prioridad a otros antes de redactar y enviar los hallazgos negativos a una revista académica.

Es muy probable que no acepten el artículo en ninguna revista de renombre —a menos que se trate de un ensayo de proporciones colosales sobre algo que todo el mundo juzgaba excelente hasta que nuestro estudio lo ha echado por tierra—, lo que, además de ser un buen motivo para que no molestarse en intentarlo, significa también que todo el proceso de publicación se verá atrozmente demorado.

El sesgo de publicación es muy común y, en algunos campos, es más pronunciado que en otros. En 1995, sólo un 1% de todos los artículos publicados en revistas de medicina alternativa mostraron un resultado negativo. La cifra más reciente ha ascendido hasta un 5%. Se trata de un porcentaje bajísimo, aunque, a decir verdad, podría ser aún peor. Una revisión de 1998 analizó el conjunto íntegro de la investigación médica china y halló que allí jamás se había publicado un solo ensayo con resultados negativos.

Por lo general, la influencia del sesgo de publicación es de naturaleza más sutil y se puede tener una pista de la presencia de dicho sesgo en un campo o una disciplina determinada trazando algo muy inteligente que se conoce como funnel plot (gráfico de embudo).

Si hay muchos ensayos sobre un tema, entonces, aunque sólo sea por pura casualidad, todos ellos proporcionarán respuestas ligeramente distintas. Aun así, sería de esperar que todos tendieran a agruparse más o menos por igual en torno a la que sería la respuesta verdadera. También cabrá suponer que los estudios más grandes (los que reunieron a un mayor número de participantes) y con mejores métodos coincidirán más en torno a la respuesta correcta que los estudios más pequeños: estos últimos, estarán mucho más repartidos, siendo inusualmente positivos y negativos al azar, porque en un estudio con, por ejemplo, veinte pacientes, bastan tres resultados inesperados para que las conclusiones generales se disparen en un sentido u otro.

Deshonestidad de los investigadores

También existe el problema de no publicar estudios negativos con miras a beneficiar tal o cual producto, que aunque no sea dañino al consumidor, puede que tampoco se beneficie de su consumo. Peor es cuando tal producto pertenece al área biomédica.

El caso reciente más atroz de sesgo de publicación ha tenido lugar en el ámbito de los fármacos antidepresivos ISRS, según han mostrado varios artículos dedicados al tema. Un grupo de académicos publicó un artículo en el The New England Journal of Medicine a comienzos de 2008, en el que hicieron un listado de todos los ensayos sobre ISRS que se habían inscrito formalmente en la FDA estadounidense y, acto seguido, examinaron esos mismos ensayos según aparecieron publicados en la bibliografía académica. La FDA evaluó 37 de aquellos estudios como positivos: salvo una sola excepción, todos esos ensayos positivos fueron apropiadamente redactados y publicados. Por su parte, ninguno de los 22 estudios que habían mostrado resultados negativos o dudosos fueron publicados en absoluto, y otros 11 sí lo fueron, aunque en todos ellos el redactado de los artículos correspondientes daba a entender que los ensayos tenían algún tipo de resultado positivo. Esto trasciende el mero descaro. Los médicos precisan de información fiable para tomar decisiones útiles y seguras a la hora de recetar medicamentos a sus pacientes. Privarlos de dicha información y llevarlos a engaño es un crimen moral de primera magnitud.

Deshonestidad homeopática

Un factor importante que a menudo se pierde en el debate es que los ensayos controlados aleatorios publicados sobre tratamientos homeopáticos pueden no representar la totalidad de los estudios científicos realizados, sino solo una proporción seleccionada con resultados positivos. Debido a que los métodos estadísticos para detectar o corregir el sesgo de publicación tienen limitaciones, los metanálisis de estudios publicados pueden dar lugar a resultados inflados y engañosos porque los ensayos positivos están sobrerrepresentados.

Para reducir el sesgo de publicación, se han fundado registros de ensayos públicos como ClinicalTrials.gov en los EE. UU. y ClinicalTrialsRegister.eu en la Unión Europea para promover el registro prospectivo de todos los ensayos. Desde una modificación de la Declaración de Helsinki en 2008, el registro de ensayos prospectivos y la publicación de los resultados se consideran una obligación ética de los investigadores. En 2005, el Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (ICMJE, por sus siglas en inglés) adoptó la política de que las revistas que supervisan solo publicarían los resultados de los ensayos clínicos que se hubieran registrado prospectivamente en un registro público. Estas medidas han supuesto un aumento del número de ensayos clínicos que se registran prospectivamente; sin embargo, los investigadores no están obligados a publicar los resultados de dichos ensayos y la proporción de no publicación sigue siendo alta.

Debido a que las agencias reguladoras no exigen pruebas de la eficacia de los productos homeopáticos, se ha prestado poca atención a la falta de publicación de los ensayos de homeopatía y sus consecuencias. Una evaluación de Thomas et al, informó que hasta el año 2013, solo se publicaron el 46% de los ensayos homeopáticos registrados (16/35). Cuando no hay información disponible públicamente sobre la mayoría de los ensayos homeopáticos, es imposible sacar conclusiones sólidas sobre la eficacia y los riesgos del uso de medicamentos homeopáticos para tratar afecciones de salud.

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