Reliquia sagrada

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Se llaman reliquias a los restos del cuerpo entero o cada una de las partes en que se haya dividido, aunque sean muy pequeñas, de una persona considerada santa. También designan a los ropajes y objetos que pudieran haber pertenecido al personaje en cuestión o que hayan estado en contacto con él. Las reliquias son consideradas dignas de veneración porque se les considera sagradas. Las reliquias no se limitan al ámbito católico-cristiano.

Una reliquia puede ser prácticamente cualquier cosa tangible que esté vinculada con una persona o ser sobrenatural considerado importante para una religión en particular. Las palabras claves son "cualquier cosa". Las reliquias van desde un clavo usado para crucificar a Jesús hasta un pedazo de uña de los pies de un santo. Y, al igual que el mercado de artículos deportivos de colección de hoy en día, el mercado de reliquias sagradas se ha inundado de falsificaciones. Pero pocos parecen preocuparse por la autenticidad cuando se trata de estos objetos. La verdad, según parece, es menos importante que la reclamación.

Las reliquias religiosas a menudo son vistas como mucho más que simples recuerdos o trofeos. Los creyentes afirman que tienen poderes especiales, tales como la capacidad de curar a los enfermos o traer buena fortuna. También pueden ser rentables, lo que explica cómo diferentes lugares terminan con la cabeza de la misma persona o cómo varios huesos de fémur del mismo santo pueden estar alojados en varias iglesias. El deseo de poseer las cosas que tienen alguna relación directa con las figuras amadas aún continúa y se extiende más allá de la religión.

Aunque la práctica es anterior al cristianismo, las reliquias ligadas a Jesús y a los Evangelios se volvieron populares en Europa durante el siglo IV. Según Joe Nickell, autor del libro Las Reliquias de Cristo, los restos y objetos vinculados a mártires y santos se convirtió rápidamente en una actividad muy importante y rentable.[1] El ansia por poseer estos objetos condujo a la gente a abrir las tumbas de los mártires con el fin de extraer de ellos las reliquias. Nickell explica que las reliquias llegaron a ser vistas como el vínculo necesario entre tumbas y altares. "Alrededor de 767, el culto a los santos se había afianzado", comenta Nickell: "y el Concilio de Nicea declaró que todos los altares de las iglesias deberían tener un altar de piedra que contenga las reliquias de un santo. Al día de hoy, el Código de Derecho Canónico de la Iglesia Católica define un altar como una 'tumba que contiene las reliquias de un santo. La práctica de colocar una reliquia en cada altar de la iglesia continuó hasta 1969."[1]

En la Iglesia del Santo Sepulcro, el lugar donde muchos cristianos afirman que Jesús fue crucificado, ha crecido, a lo largo de los siglos, una iglesia operada por denominaciones rivales. Hay una losa de piedra marrón que se balancea rítmicamente de lado a lado. Es la Piedra de la Unción, se supone que es la roca sobre la que el cuerpo de Jesús fue colocada después de su ejecución y preparada para el entierro. Esta piedra fue colocada allí en la década de 1800; no obstante, sigue siendo una reliquia importante. La gente está obviamente convencida de que contiene un poder divino de cual quieren un poco. Tal es el poder de las reliquias religiosas. Es evidente que hay un deseo común de hacer contacto con algo, cualquier cosa, que Jesús u otras grandes figuras santas hayan tocado. Los creyentes parecen buscar una cadena física de conexión, un paso tal vez de la fe invisible y sin forma que no satisface plenamente.

Reliquias no cristianas

Los cristianos no están solos en su atracción por las reliquias. En la mezquita de los Omeyas en Damasco, Siria, la cabeza de Juan el Bautista está segura dentro de una capilla del recinto. Curiosamente, algunos otros lugares de todo el mundo afirman tener la misma cabeza. Una buena parte de la barba y un solo diente de Muhammad están en exhibición en el Museo del Palacio de Topkapi en Estambul, Turquía. Miles de musulmanes se congregaron en Srinagar, Cachemira, con la esperanza de ver un solo pelo de la barba de Muhammad que se muestra brevemente fuera del santuario que lo alberga.[2]) Un templo en Kandy, Sri Lanka, afirma poseer un diente de Buda. Dicen que es el único vestigio de su cuerpo que existe. En el templo Lingguang, en China, los lugareños creen que también tienen un diente de Buda. En un Bodnath Stupa (templo budista) en Katmandú, Nepal, se encuentra uno de los huesos de la pierna de Buda en el interior del templo y se cree que tiene "un gran poder."

Reliquias más conocidas

El catálogo de reliquias es grande y todos los artefactos tienen su propio grado de credibilidad. No parece haber habido ningún límite para el ingenio o la imaginación de las personas que negocian con ellas. He aquí una muestra:

Los pedazos de las tablas de piedra de los Diez Mandamientos; un trozo de piedra sobre el que goteó la leche materna de la Virgen María; el cabello de María; el taparrabos de Jesús; la ropa de Jesús cuando era bebé; el báculo de Moisés; los cráneos de los "tres reyes magos"; la cuna de Jesús; el prepucio de Jesús (hay por lo menos seis de ellos); los dientes de leche de Jesús; el cordón umbilical de Jesús; la Sábana Santa de Turín y muchos más con la misma afirmación; el sudario de María; una silla donde se sentó una aparición de la Virgen María; una lágrima que Jesús derramó en la tumba de Lázaro (¿cómo se recogió?); la cola del burro sobre el que entró Jesús a Jerusalén; la cuenca con que Jesús lavó los pies de sus discípulos; espinas de la "corona" que Jesús se vio obligado a usar; las cadenas utilizadas para encarcelar a San Pedro; ampolletas con las lágrimas de San Pedro y algunos de sus recortes de uñas de los pies; dedos de numerosos santos y santas, el más conocido es el de Santo Tomás (el escéptico); clavos utilizados para crucificar a Jesús; fragmentos de la "verdadera cruz" en que Jesús fue crucificado.

Otras reliquias un poco más extrañas:

La lanza que el soldado romano clavó en el costado de Jesús; la sangre de San Genaro (o Jenaro), que se dice se licua de vez en cuando; heno del pesebre donde nació Jesús; plumas de las alas del arcángel Gabriel; un frasco de leche materna de la Virgen María; etc.

La recolección, venta y exhibición de reliquias religiosas se hizo tan rampante en el siglo V que incluso San Agustín se hartó de la situación y lo llevó a escribir su disgusto por aquellos "hipócritas en vestimenta de monje que pregonan de los miembros de los mártires , si es que en verdad [son] de los mártires".

Conclusiones

Como investigación tras investigación ha demostrado, no existe ni una sola reliquia autenticada y fiable de Jesús. La profundidad de esta falla se corresponde con el número asombroso de reliquias que se le atribuyen.

Una cantidad mínima de escepticismo y pensamiento crítico debería ser capaz de desinflar cualquier afirmación sobre las reliquias que supuestamente poseen poderes o incluso que sean auténticas en primer lugar. Pero tal vez la mayoría de las personas que creen en las reliquias simplemente no quieren saber. A ellos les gusta más creer, que pensar.[3]

Referencias y ligas externas

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  1. 1,0 1,1 Joe Nickell. Relics of the Christ. Lexington: University Press of Kentucky, 2007, pp. 18–19.
  2. David R. Arnott, “Thousands Gather to See a Hair from the Prophet Mohammad's Beard,” MSNBC, February 16, 2011, http://photoblog.msnbc.msn.com/_news/2011/02/16/6064520-thousands-gather-to-see-a-hair-from-the-prophet-muhammads-beard.
  3. Harrison, Guy P. 50 Popular Beliefs That People Think Are True. 1st ed. Amherst, NY: Prometheus, 2012. Print. ISBN 978–1–61614–495–1
P Reliquias bizarras de las religiones
Reliquias del cristianismo   Arca de la AlianzaEl Santo GrialMandylionSanto prepucioSudario de OviedoSudario de Turín
Reliquias del Islam   Piedra Negra de la Kaaba
Véase también   Reliquia sagradaUrim y TumimVirgen de Guadalupe