Rayos N
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El concepto de los rayos N fue una hipotética forma de radiación descrita por el físico francés Prosper-René Blondlot en 1903. Aunque de inicio fue confirmada por otros, al final se descubrió que tales rayos no existían. Lo mismo sucedió con el agua polimerizada.
Muchos llegaron a afirmar que eran capaces de detectar tales rayos N emanando de la mayoría de las sustancias orgánicas, incluyendo el cuerpo humano, con las peculiares excepciones de que no eran emitidas por la madera verde y algunos metales tratados.
La mayoría de los investigadores de la época usaron la luz percibida de una superficie levemente fosforescente como "detector", aunque el cambio de brillo era más un fenómeno fisiológico que un cambio en el nivel de iluminación.

Los físicos Gustave le Bon y P. Audollet junto con Carl Huter incluso afirmaron haberlos descubierto por su cuenta, llevando a la comisión de la Academia Francesa de Ciencias a decidir la prioridad.
La debacle
El "descubrimiento" alborotó el interés internacional y muchos físicos trabajaron para replicar los efectos. Sin embargo, notables físicos como Lord Kelvin, William Crookes, Otto Lummer y Heinrich Rubens fueron incapaces de ello.
El físico norteamericano Robert W. Wood, quien tenía la reputación de "refutador" de sinsentidos durante este periodo, fue quien al fin pudo desmentir todo.
El término "Rayos N" fue colocado en los diccionarios después del supuesto descubrimiento del fenómeno y podía encontrarse descrito en diccionarios tan famosos como el Webster que en 1946 lo definía como "una emanación o radiación de ciertos cuerpos calientes que aumenta la luminosidad sin aumentar la temperatura".
El episodio de los rayos N se considera un ejemplo de cómo el sesgo cognitivo y la falta de rigor científico pueden llevar a conclusiones erróneas. A partir de entonces, el término "rayos N" se ha utilizado como un ejemplo histórico de un error científico.
Véase también
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