Pseudohistoria

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Pseudohistoria es el término aplicado a textos, informaciones orales o visuales que pretenden ser históricas o hipótesis históricas alternativas, pero que no siguen las convenciones historiográficas y del método histórico; y tienen la intención de minar sus conclusiones. Muchos son derivados de mitos, leyendas, engaños modernos u obras de ficción que se han considerado erróneamente como verdaderas. Aún y cuando se han demostrado ser mentiras o fabricaciones, muchas personas siguen creyendo en su autenticidad.

Antecedentes

Considere el mito de los constructores de montículos prehistóricos de América. Según este mito, una raza blanca perdida se había asentado en América del Norte en la antigüedad y erigió una civilización gloriosa cuyos únicos restos fueron los montículos dispersos por todo el este de los Estados Unidos. Trágicamente, los antepasados ​​salvajes de los pieles rojas (nativos americanos) invadieron la tierra de los hombres blancos y destruyeron a los constructores de montículos.

El desierto reclamó la tierra. Algunos creen que este mito de los constructores de montículos contribuyó a inspirar una nueva religión, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, cuyos miembros son mejor conocidos como los mormones. Si es así, no fue la primera ni la última religión inspirada por la pseudohistoria. El mito de los constructores de montículos también proporcionó una justificación conveniente para el despojo de las tierras de los indígenas. Otros mitos pseudohistoricos hablan de las diez tribus perdidas de Israel o de otros antiguos hebreos errantes en las Américas. Estas son historias divertidas como mínimo, y el gran número de libros sobre los temas de la época dan fe de su gran popularidad.

Pseudohistoria en la cultura popular

El público en general difícilmente puede escapar de la pseudohistoria, o de la pseudociencia. La única diferencia es que hoy en día hay más ideas pseudohistoricas y pseudocientíficas y muchos más medios para su difusión que libros. El sistema de suministro para los pseudohistoriadores y pseudocientíficos de todas las tendencias ahora abarca cine, televisión, radio, revistas e Internet. Un ejemplo especialmente influyente del papel que juegan los medios de comunicación en la difusión de las ideas pseudohistóricas y pseudocientíficas es el programa nocturno de radio Coast to Coast AM, creado y presentado durante muchos años por Art Bell, aunque la mayor parte del los programas los conduce actualmente George Noory. La lista de invitados en el sitio web del programa radial contiene los nombres de un buen número de personas que gustan de las conspiranoias. Hollywood y la industria del cine también han puesto sus granos de arena para contribuir al corpus de la pseudohistoria. Películas como Gladiador (Ridley Scott, 2000), Cazadores del Arca Perdida (Raiders of the Lost Ark; Steven Spielberg, 1981), o Apocalypto (Mel Gibson, 2006) son unos ejemplos.

Aunque también existen documentales llenos de pesudociencia y pseudohistoria como Bloodline (Bruce Burgess, 2008), una película documental que afirma que Jesucristo se casó con María Magdalena y que tuvieron hijos cuyo linaje ha sobrevivido hasta el presente. Si esto suena como El Código Da Vinci, se debe a que tiene sus raíces en las mismas fuentes pseudohistóricas. El Código Da Vinci se basa en una premisa derivada de The Holy Blood, Holy Grail, escrito por Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln (1996).

A diferencia de Bruce Burgess, Dan Brown, el autor de El Código Da Vinci, admite libremente que su novela es una obra de ficción, algo que muchos fans de la ficción se niegan a aceptar.

El problema es que, aunque existen decenas de libros que desmienten la totalidad o parte de las historias retratadas en obras pseudohistóricas con claras evidencias apoyadas por historiadores reputados, poco efecto han tenido sobre aquellos que estén dispuestos a creer en teorías de conspiración.

A pesar de la evidencia en contra, los autores de The Holy Blood and the Holy Grail, no dejan de afirmar que lo planteado en su obra es un hecho histórico .

La pseudohistoria y la pseudociencia no sólo están representadas por las películas y libros de gran éxito. Los estantes de las librerías están cargadas con muchas obras menos exitosas que tratan de pseudohistoria, sobre todo en las secciones de Nueva Era u ocultismo. Algunos títulos se las arreglan para hacerse camino en las secciones de historia cuando deberían estar en la sección de ficción. Mientras tanto, las revisterías exhiben ejemplares con lecturas pseudohistóricas como Atlantis Rising, World Explorer/Adventures Unlimited y Ancient American, a veces junto a revistas como Skeptic y Skeptical Inquirer y la venerable Archaeology.

El fallecido pseudohistoriador Immanuel Velikovsky publicó en 1950 el libro Worlds in Collision donde señalaba que se habían producido catástrofes cósmicas en tiempos históricos. El apoyo a su pseudoteoría consistía en descripciones de carácter mítico tanto de la Biblia como de otras culturas (egipcia, azteca, hindú y china). Hasta su fallecimiento, en 1979, siguió defendiendo apasionadamente sus ideas.

Para la ciencia, la pseudohistoria y la pseudociencia tienen aspectos definitivamente incompatibles con ella. La negación del Holocausto ha sido un fenómeno creciente desde finales de la década de 1970. Para la década de 1990 la agresividad de quienes niegan el Holocausto se había vuelto lo suficientemente grave como para despertar la preocupación de muchos estudiosos. En su reunión de diciembre de 1991, el Consejo de la Asociación Americana de Historia rompió una política de larga data de no certificar los hechos históricos y aprobó una resolución breve pero contundente que declaró: El Consejo de la Asociación Histórica de Estados Unidos lamenta profundamente los intentos de negar el Holocausto. No hay dudas entre los historiadores serios de que el Holocausto ocurrió. Poco después de Deborah Lipstadt, profesora de historia en la Universidad de Emory, sacó su libro La Negación del Holocausto: El Creciente ataque a la Verdad y la Memoria en 1993. Una de las personas que Lipstadt identificó como un negador del Holocausto fue el escritor británico David Irving. Irving se sintió ofendido y presentó una demanda por difamación contra ella y su editora británico, Penguin Books, en 1996. La demanda fue presentada en Gran Bretaña, donde la ley impone la carga de la prueba sobre la persona acusada de hacer la declaración presuntamente difamatoria. En los EE.UU. el caso nunca habría llegado a la sala de audiencias ya que la carga de la prueba en la ley estadounidense descansa firmemente sobre la persona que afirma haber sido difamado. Por desgracia para Irving, Lipstadt y Penguin Books se mantuvieron firmes y demostraron que las declaraciones de Lipstadt sobre Irving eran ciertas. En abril de 2000, el juez dictaminó que Irving había distorsionado la investigación y que en verdad era, no solo un negador del Holocausto, si no también un antisemita y racista. Este juicio dejó a Irving con una enorme factura por todos los gastos legales de las partes y financieramente quedó devastado. SIn embargo, los problemas de Irving no habían terminado.

Muchos países europeos tienen leyes que prohíben la negación del Holocausto y algunos tenían acusaciones pendientes contra Irving. El 11 de noviembre de 2005, mientras que Irving estaba de visita en Austria, las autoridades locales lo detuvieron por negar el Holocausto en base a una orden de captura a partir de 1989. Los austriacos lo juzgaron, lo declararon culpable y lo condenaron a tres años de prisión. Al final cumplió aproximadamente diez meses de su sentencia, de febrero a diciembre de 2006. Algunos oponentes de la negación del Holocausto se preocuparon de que la acción de Austria transformara a Irving en un mártir. Claramente Irving pagó un alto precio por su negación del Holocausto, pero antes había obtenido beneficios sustanciales. El ejemplo de sus problemas legales no ha hecho nada para amortiguar la persistencia y la propagación de la pseudohistoria, de que el Holocausto nunca ocurrió, que corre rampante en el Oriente Medio.

La pseudohistoria a menudo se presta como una herramienta de racismo, fanatismo religioso y extremismo nacionalista. Los nazis tenían su propia mitología pseudohistórica de una super-raza aria la que pretendían impulsar con todo tipo de investigación pseudocientífica y pseudohistórica. El nacionalismo tamil en la India es menos atroz, pero se basa en la falsa creencia de que el continente perdido de Lemuria fue el hogar de nacimiento de Tamil, la gran civilización antigua.

Una definición simple y elegante para el termino historia 'es una narración real sobre el pasado humano'. El problema es que pseudohistoriadores insisten en que sus ideas y escritos son verdaderas narraciones sobre el pasado humano. Los eruditos críticos, por supuesto, están en desacuerdo. Entonces, ¿cómo puede una persona saber cuál es la verdad y la realidad, y lo que es mentira y el error en la historia, o la ciencia para el caso? La respuesta es la evidencia, incluyendo su calidad y cantidad. La evidencia puede tomar la forma de documentos del pasado, mapas antiguos, artefactos, restos arqueológicos y hallazgos científicos con implicaciones para la historia. Otra respuesta es el uso de métodos objetivos y empíricos para analizar y evaluar las evidencias encontradas.

Los eruditos objetivos, con una agenda honesta ven las evidencias sin prejuicios o ideas preconcebidas, o al menos intentan evitarlas en la medida de lo humanamente posible. Los pseudohistoriadores por lo general se acercan a sus temas con ideas preconcebidas, tal vez incluso una agenda oculta basada en el deseo de regalías o reputación. Ellos llevan una idea preconcebida y buscan la evidencia para probarla. Como resultado, los pseudohistoriadores recogen y eligen sus "evidencias". No hacen caso de aquello que contradice sus ideas y utilizan sólo la "evidencia" que refuerza su caso. Los historiadores objetivos, de formación clásica, tratan de mirar todas las evidencias disponibles y buscan desarrollar una interpretación o análisis que abarque todo el conjunto de tales evidencias en toda su complejidad.

La existencia de un medio cúltico pseudohistórico también significa que hay una reserva de creencias o ideas junto con libros relacionados, escritos y otros artefactos disponibles para proporcionar material básico para nuevas ideas. Los adherentes del movimiento supremacista blanco Identidad Cristiana extraen los detritos del Israelismo Británico para desarrollar sus ideas y conceptos. Los atlantólogos con frecuencia regresan a los libros de Ignatius Donnelly sobre la Atlántida pesar de ya tienen más de cien años de antigüedad. Obras obsoletas y anticuadas se reorganizan y recombinan con otras obras pseudohistóricas para crear nuevas ideas e hipótesis o, a menudo, simplemente reinventan las ideas pseudohistóricas semi-olvidadas e incluso más antiguas. Tan rápido como historiadores, arqueólogos y científicos desmienten las pseudoteorías pseudohistóricas, otras nuevas emergen del medio cúltico como hierba mala.

La pseudohistoria y la pseudociencia son fenómenos modernos. Sus temas puede ser antiguos y sus fuentes pueden remontarse al comienzo de la historia, pero la pseudohistoria y la pseudociencia son, en gran medida, productos del último cuarto del siglo XIX en adelante. Son las condiciones de la sociedad moderna las que han hecho posible su existencia.[1]

Un estudio del 2005[2] menciona que algunos de cuentos de terror de HP Lovecraft de los años 1920 y '30 sobre alienígenas ancestrales que visitan la tierra y crean la vida fueron la inspiración de las pseudoteorías de Erich von Däniken y de otros charlatanes como Juan José Benítez que afirman que seres espaciales viajeros visitaron la tierra en tiempos prehistóricos e históricos y fueron vistos como dioses.

Pseudohistoria basada en la Biblia

Muchos grupos defiendan las ideas pseudohistóricas usando la Biblia como fuente de algunas de sus creencias. Por lo general toman la narrativa bíblica muy literalmente. Para Immanuel Velikovsky las diez plagas de Egipto, el Éxodo y la conquista de Canaán fueron eventos que ocurrieron tal y como la Biblia los describe. Su objetivo era proporcionar una explicación naturalista y científica de los fenómenos milagrosos descritos en los libros de Éxodo y Josué (lo del día perdido. A diferencia de Velikovsky, la mayoría de los estudiosos de la Biblia no creen que se puedan asignar fechas definitivas a esos eventos o a otros aspectos de la historia temprana de los hebreos o Israel, o que los hechos sucedieron como se describen o que necesariamente sucedieron en absoluto. El debate académico sobre la base histórica de las narrativas del Antiguo Testamento no es algo que la mayoría de los pseudohistoriadores conozcan.

Dado que la pseudohistoria carece de verdad, es una historia falaz y a veces incluso peligrosa. Algunas personas se oponen a que se emplee el término pseudohistoria, sin embargo, el hecho es que tiene mucho de exactitud.

En la cultura popular muchas personas no pueden distinguir las buenas pruebas de las malas, o la argumentación lógica y empírica de una retórica aparentemente impresionante pero, en última instancia, vacía. Lamentablemente, la educación formal ha menospreciado el desarrollo del pensamiento crítico. Enseñar es una tarea difícil, lenta, poco apreciada e incluso peligrosa para los educadores. Muchos no lo hacen y muchos no pueden. Eso deja el camino abierto a pseudohistoriadores y pseudocientíficos para que puedan vender libros y desarrollar seguidores entre los crédulos, los mal informados y los que simplemente quieren creer algo independientemente de las pruebas convincentes de lo contrario. Aunque la mayoría de pseudohistoriadores y pseudocientíficos no poseen posiciones académicas en colegios y universidades, algunos sí, como Charles H. Hapgood, aunque en la periferia de la educación superior.


Véase también

Referencias y ligas externas

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  1. Ronald H. Fritze. (2011). Invented Knowledge: False History, Fake Science and Pseudo-religions. Reaktion Books. ISBN 9781861898173
  2. Jason Colavito. (2005) The Cult of Alien Gods: H. P. Lovecraft and Extraterrestrial Pop Culture. Amherst, NY.