Piramidología

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Piramidología es un término utilizado para referirse a varias especulaciones pseudocientíficas respecto de las pirámides. Estas ideas, están totalmente en contra de las teorías y evidencias de la arqueología, la historia, la astronomía y otros campos de la verdadera investigación científica, por lo que cae en el terreno de la pseudoarqueología.

La «piramidología» nació hace más de un siglo, cuando hombres serios empezaron realmente a imaginar que podían encontrar, expresadas en la pirámide, relaciones matemáticas inexplicadas. Para esos observadores, y también para Erich von Däniken, hombres corrientes —especialmente aquéllos de piel más oscura— no pudieron haber concebido y construido la estructura. Y cualquiera que haya sido el oscuro poder que se encontró detrás de la pirámide debió de haberla erigido como un mensaje sólo descifrable por la gente sagaz. Parte de esa gente sagaz se presentó de inmediato.

El Astrónomo Real de Escocia, el prominente profesor Charles Piazzi Smyth, levantó la bandera de la causa en 1864, cuando publicó su primer libro, Our inheritance in the Great Pyramid. Sus afirmaciones lo engloban todo, ya que la Gran Pirámide no sólo es historia del pasado, afirmaba Smyth, ¡sino también historia del futuro! Todo gran acontecimiento en la historia de la humanidad se encuentra representado allí, sostenía, y se esforzó poderosamente, aunque con deficiencias, para demostrarlo, a través de una obsesión que consumió el resto de su vida.

Smyth seguía los pasos de un tal John Taylor, que había expresado anteriormente que el «codo» bíblico estaba expresado en la pirámide. Taylor descubrió que el radio polar de la tierra dividido por 10 millones daba como resultado unas 25 pulgadas que, según él, equivalía a un codo. Es algo que simplemente prefirió creer.

Con el tiempo se siguieron buscando las conexiones bíblicas con la piramidología. Durante las investigaciones de Smyth, una de las piedras originales del revoque, que cubrió hace mucho tiempo la Gran Pirámide para proporcionarle una superficie lisa y pareja, fue desenterrada cerca del lugar. A lo largo del tiempo, casi todas las piedras del revoque fueron sacadas por los habitantes del lugar, que obviamente creían en la filosofía del «pan antes que en la poesía» y pensaron que era razonable usar la gran pila de piedra en algo práctico. Se trata de otro crimen contra la posteridad frente al que no existen argumentos. Taylor, que murió antes de este descubrimiento, se habría alegrado de haber sabido que la piedra tenía un poco menos de 25 pulgadas de un lado. Smyth no perdió ni un momento a la hora de sacar una conclusión, su deporte favorito. Declaró que esta nueva medición era el codo tan buscado y también proclamó la «Pulgada de la Pirámide» como una vigésima quinta parte del codo. Esto equivale exactamente a un millonésimo del radio polar de la tierra según Smyth. Pero desgraciadamente para este toque de inspiración, se descubrieron luego otras piedras de revoque y la Pulgada de la Pirámide de Smyth quedó en nada, ya que esas piedras eran de diferentes medidas. Tal como podía esperarse, esto de ningún modo alteró la teoría. Smyth siguió adelante, ignorando esos hechos.

Asignó a las distancias dentro de la pirámide una proporción de Una Pulgada de la Pirámide/Un Año para mostrar que los pasadizos representaban una historia y una profecía mundial. A través de esto «probó» que el mundo comenzó en el año 4004 a. de J.C., un cálculo algo conservador, pero convenientemente acomodado a los cálculos del obispo James Ussher, otro buscador de la verdad que basaba su cifra en cálculos bíblicos. Evidentemente, Smyth era un admirador suyo.

Un número interminable de fechas fue encontrado en las mediciones de la pirámide, pero tal como señaló Martin Gardner: «No resulta difícil comprender cómo alcanzó Smyth estas sorprendentes correspondencias científicas e históricas. Si uno se dedica a medir una estructura complicada como la de la Pirámide, dispondrá rápidamente de gran abundancia de longitudes para poder jugar con ellas... ya que no se vería limitado por regla alguna». En realidad, Gardner, en su libro Fads and Fallacies, demuestra que el monumento a Washington presenta la misma cantidad de pruebas históricas, astronómicas y numerológicas que la Gran Pirámide. Uno de los partidarios de Smyth, extasiándose ante la relación del número cinco y la pirámide, señaló que ésta tiene cinco ángulos y cinco lados. La Pulgada de la Pirámide equivale a un quinto de un codo. Existen cinco extremidades en el cuerpo humano, cinco sentidos, cinco libros de Moisés y así sucesivamente. Pero, según nos muestra Gardner, existe la misma cantidad de correspondencias con el número cinco en el monumento a Washington. Su altura es de 555 pies y 5 pulgadas. La base tiene 55 pies cuadrados, las ventanas se encuentran a 500 pies de la base. Multiplicando cinco veces el número de meses en un año por la base, se obtiene 3.300, peso en libras del coronamiento. Utilizando la medida «Pie de Monumento» (si Smyth puede tener una Pulgada de la Pirámide, ¿por qué no puede haber un «Pie de Monumento?»), tenemos una base de 56.5 pies, que multiplicada por el peso del coronamiento da como resultado 186,450, una cifra notablemente cercana a la velocidad de la luz en millas por segundo. Y así sucesivamente.

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