Orinoterapia
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El consumo de la orina es popular desde hace año como un método de salud entre los partidarios de la Nueva Era. A pesar de el hecho de que la orina son deshechos químicos del cuerpo, muchos afirman que contienen sustancias químicas útiles que el cuerpo "olvidó".[1]
Métodos
La mayoría de los practicantes de esta pseudoterapia beben la mitad de su orina matutina. Algunos lo prefieren recién meado en un vaso, humeante; otros lo prefieren mezclar con un jugo o con frutas; algunos prefieren un par de gotas de orina mezcladas con una cucharada de agua aplicada sublingualmente varias veces al día; y peor, algunos se la inyectan o aplican externamente en la piel. Algunos se lavan en su propio fluido dorado a modo de lluvia dorada en pos de mejorar la calidad de su piel.[2]
Historia
Desde la antigüedad, la superstición en el mundo se le ha atribuido propiedades curativas imaginarias a varias secreciones corporales; principalmente saliva, excremento y orina. Estas propiedades curativas se han mencionado (sino detallado) ad nauseam, sobre todo en el libro History of Magic and Experimental Science, de Lynn Thorndike.
Plinio el Viejo ensalzaba los poderes curativos obtenidos de un niño virgen. Arnaldo de Villanova, un astrólogo, alquimista y médico español del siglo XIII, afirmó que las verrugas desaparecerían si se les aplicara la orina de un perro. También dijo que la visión mejoraría enormemente al lavarse los ojos todas las mañanas con la orina. Thorndike cita además un antiguo tratado árabe sobre el poder de curación de la orina de un elefante blanco. Se ha mencionado demasiado, y de hecho la orina era una medicina popular a lo largo del siglo XVII.
Emmanuel Konig, de Basilea, en su libro The Animal Kingdom (1683) recomendó beber su orina para curar la acidez estomacal, la depresión, la gota, los dolores de muelas, los cólicos, la ictericia y las fiebres altas. Daniel Bockher, un médico alemán, en 1622 publicó una obra popular titulada Medicus Microcosmos. Elogia las propiedades curativas de la orina, los excrementos, los piojos, los espermatozoides, las tenias y la cera del oído.
Refutación
Lo cierto es que es casi imposible encontrar algún libro que defienda la orinoterapia que no esté escrito por personas que también defiendan otras formas de medicina alternativa. Beatrice Barnett, coautora de Margie Adleman de un libro titulado The Miracles of Orine Therapy (1987), es un quiropráctico y naturópata.
Andrew Weil, el último gurú admirado por aquellos que están bajo en la medicina convencional, era la persona que mejor podría respaldar el consumo de orina. No obstante, no es el caso. En su libro Ask Dr. Weil (1998), dice que aunque la orina puede tener algún valor cuando se aplica sobre la piel, beberla no tiene ningún valor. Él cita el libro de Christy, Your Own Perfect Medicine como un ejemplo de una obra en la que no se puede confiar.
Se sabe que beber orina es peligroso debido a compuestos como el amoniaco que se forman de esta.[3][4][5] Lo que no se sabe concretamente es si el libro de Christy (y otros similares), son engaños crueles escritos y publicados para ganar dinero, o si los autores creen lo que dicen. En cualquier caso, es complicado pensar en la idea de lectores que están gravemente enfermos, y que pueden estar tan convencidos de que beber orina curará todo lo que les aqueja, que no buscarán ayuda médica que les salve la vida.[6]
Posibles excepciones
Es cierto que la urea, que constituye del 2 al 5 por ciento de la orina humana, tiene valor como antiséptico, diurético y otras aplicaciones médicas. Por ejemplo, la orina de yeguas preñadas es la fuente de urea para Premarin, fabricada por Ayerst Laboratories. Se usa para reemplazar el estrógeno en mujeres que pasaron la menopausia.[7]
En pocas palabras
No funciona.[8]
Referencias y ligas externas
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