Nosode
Pseudoterapias |
en medicina |
Un nosode es un remedio homeopático preparado a partir de una muestra patológica que se adquiere de un animal enfermo o persona y puede consistir en la saliva, pus, orina, sangre, o tejido enfermo.[1]
Antecedentes
El término fue acuñado por el charlatán alemán Constantine Hering (1800-1880), quien fue un buen botánico, pero defensor de la pseudoterapia homeopática. Con la llegada del argumento de Samuel Hahnemann sobre los remedios antimiasmáticos, una de las consecuencias directas fue el desarrollo del uso de organismos miásmicos como medicamentos homeopáticos potenciados. Hering realizó los primeros experimentos con nosodes mientras estuvo en Surinam, Guayana, América del Sur, entre 1827 y 1833. En los cinco años que estudió especies de plantas y animales, prestó especial atención a los venenos de serpientes y arañas así como de otras sustancias miásmicas. Este fue el período en el que Hering capturó a una serpiente del género Lachesis (llamada así por la parca que se encarga, según la mitología grecorromana, de romper el hilo de la vida) que suministró el primer veneno para la prueba de Lachesis.
La única diferencia entre un nosode y cualquier otro remedio homeopático es el material de partida. Podría ser sangre, pus, cualquier otra secreción o excreción del cuerpo, o incluso un fragmento de tejido enfermo. El nosode de rabia, por ejemplo, comienza con la saliva de un perro rabioso y luego se 'potencia'. Un nosode, entonces, podría describirse como una 'vacuna oral' en el sentido de que su propósito es 'inmunizar' al cuerpo contra una enfermedad específica.[2]
Refutación
La principal diferencia entre un nosode y una vacuna 'ortodoxa' es, por supuesto, la cantidad extremadamente pequeña de sustancia física en un nosode.
Hahnemann postuló que si las diluciones se hacían de acuerdo a la técnica creada por él (sucusión), la actividad del preparado se potenciaba La sucusión consiste en agitar el frasco de vidrio con la disolución aplicando con vigor diez golpes contra un objeto elástico (regularmente goma o cuero). Según los homeópatas, el “aporte energético” del operador resulta de importancia en el proceso. Después se toma una parte del producto, se disuelve en 10 ó 100 partes de agua y se repite el proceso. Y así sucesivamente. Es fácil comprobar que una disolución muy común entre los homeópatas, obtenida a partir de repetir 30 veces el procedimiento de sucusión en diluciones sucesivas de 1/100 (solución 30CH), contiene una sola molécula del producto original por cada 1060 moléculas de agua (un 1 seguido de 60 ceros). Los cálculos muestran que se necesitaría un recipiente de unos 30 mil millones de veces el tamaño de nuestro planeta para lograr encontrar una sola molécula del producto nadando en tan inmensa cantidad de agua. De aquí que la probabilidad de encontrar siquiera una molécula del producto original en un frasco ordinario de cualquier remedio homeopático es, a todos los efectos, cero.[3]
El problema serio aquí es que en no hay muestra de nosode, al igual que con ningún otro remedio homeopático, que se pueda detectar con ningún aparato sensible ya que con tantas diluciones no hay nada para analizar.
Constantine Hering, el "padre de la homeopatía estadounidense", y creador de las leyes de la curación que llevan su apellido, recomendaba el uso de excrementos acuosos potentizados de cólera, vómito negro de la fiebre amarilla, la piel descamada de la escarlatina maligna. Unir bolsas de azúcar de leche en contacto con la piel de pacientes con tifo, el uso de materia leucorreica, etc., así como psorine (psorinum) materia de gleet (la descarga acuosa de la uretra causada por una infección gonorreica, Medorrhinum), tisina (Tuberculinum) y sifilina (Syphilinum).
Aunque muchos remedios isopáticos antiguos fueron introducidos en la Materia Médica Homeopática por los homeópatas, ninguno demostró su efectividad más allá del efecto placebo. No existe ni una sola publicación médica seria que respalde los supuestos beneficios de los nosodes fuera de libros fraudulentos, y páginas web que apoyan pseudoterapias. A Hahnemann no le gustaba ese asunto de la isopatía, incluso Hering se vio obligado a admitir que él nunca tuvo éxito en curar, sino en aliviar los síntomas de las enfermedades "con sus mismas sustancias mórbidas", [4] lo que nos lleva a pensar que pudo haber habido regresión a la media en los pacientes tratados con nosodes.
Estudio probando la ineficacia de los nosodes
En noviembre de 2018, se publicó el estudio «Un ensayo aleatorizado, ciego, controlado con placebo que compara las respuestas de anticuerpos a las vacunas homeopáticas y las convencionales en estudiantes universitarios»,[5], cuyos autores, liderados por el Dr. Mark Loeb, un académico canadiense e investigador de enfermedades infecciosas que sabe cómo realizar investigaciones de alta calidad. Loeb argumentó que sobre la cuestión de los nosodes, no ha habido ninguna investigación de alta calidad. Su intención fue comparar nosodes con vacunas reales y placebos, observando la producción de anticuerpos y respuestas de células B y T. Su hipótesis fue que los nosodes no serían diferentes al placebo. El estudio fue publicado en la revista Vaccine.
Los resultados del estudio fueron que ningún paciente en el grupo de nosodes ni en el grupo placebo tuvo ninguna respuesta inmune significativa. La gran mayoría de los estudiantes que recibieron vacunas infantiles tenían niveles de protección al inicio del estudio (97% y 88% respectivamente). Sin embargo, dado que aproximadamente la mitad de los participantes no tenían anticuerpos protectores contra el sarampión y más de un tercio no tenían anticuerpos protectores contra las paperas, este estudio destacó la importancia de una vacuna de refuerzo en este grupo de edad.
La fortaleza de este estudio es que fue un ensayo controlado con placebo en una población adecuadamente potenciada donde los resultados son claros. La limitación es que fue un único estudio, por lo que se aconsejaría llevar a cabo más con otro tipo de nosodes homeopáticos. Otra limitación es que el estudio no puso a prueba la eficacia clínica. Sin embargo, con los antígenos que se probaron, habría sido prácticamente imposible realizar dicho estudio y no hubiera sido ético hacerlo.
En conclusión, las vacunas homeopáticas no producen respuestas de anticuerpos y, por lo tanto, conducen a una respuesta similar al placebo. Por el contrario, las vacunas convencionales proporcionan una respuesta de anticuerpos robusta en la mayoría de los vacunados.
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Referencias y ligas externas
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