Mokèlé-mbèmbé

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CRIPTOZOOLOGÍA

Mokèlé-mbèmbé es una mítica criatura parecida a un dinosaurio que reside en la Cuenca del Congo, ha aparecido ampliamente en la cultura popular gracias, en su gran mayoría, a los escritores de principios del siglo XX que informaron del folclore congoleño sobre la criatura y vieron en ella los tiempos más primitivos de la historia de la tierra. El nombre significa "aquél que hace parar los ríos".

Se acepta casi universalmente que el primer informe del supuesto monstruo proviene de un pasaje en un libro de 1776 del Abad Liévin-Bonaventure Proyart (1743-1808), un clérigo y escritor francés quien más tarde sería ejecutado por escribir algo que no le gustó a Luis XVI durante el reinado de Napoleón. Proyart sirvió como misionero en la Cuenca del Congo en la década de 1760, y en un capítulo anterior de su libro sobre la región, Histoire de Loango, Kakongo, et autres royaumes d'Afrique (Historia de Loango, Kakongo y otros reinos africanos, 1776), describe los animales de África occidental y central usando reportes compilados por compañeros misioneros en el área.

Proyart dedica solo dos oraciones al monstruo, y más tarde los autores de temas sobre la criptozoología han aseverado que lo descrito ahí es un dinosaurio. Con frecuencia se dice que esta criatura es un saurópodo del orden del apatosauro (brontosauro). Estos autores tienden a citar de manera selectiva solo una parte de la primera oración, principalmente porque la segunda oración deja en claro que el "monstruo" no es en modo alguno el equivalente de un dinosaurio. También tienden a resumir la misma traducción, proporcionada por primera vez, por lo que cualquier persona interesada pensaría: ¿habrá alguien en el ámbito de la pseudohistoria que realmente revise las fuentes primarias?

En su libro A Living Dinosaur: The Search for Mokele-Mbembe (Un dinosaurio vivo: la búsqueda de Mokele-Mbembe,1987), Roy P. MacKal al menos proporcionó una cita completa, si no absolutamente fiel.[1] Por el contrario, el relato de Michael Newton en Hidden Animals (Animales ocultos, 2009) depende de MacKal pero desdibuja la discusión y afirma que Proyart describió "historias tribales de una bestia conocida como mokele-mbembe..."[2], lo cual no es cierto. Dado que este pasaje casi nunca se da en su totalidad y, a veces, se da incorrectamente, lo siguiente es el párrafo completo y su traducción desde el original:

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Les Missionnaires ont observé, en passant le long d’une forêt, la piste d’un animal qu’ils n’ont pas vu; mais qui doit être monstrueux: les traces de ses griffes s’appercevoient fur la terre, & y formoient une empreinte d’environ trois pieds de circonférence. En observant la disposition de ses pas, on a reconnu qu’il ne couroit pas dans cet endroit de son passage, & qu’il portoit ses pattes à la distance de sept à huit pieds les unes des autres.[3]

Los misioneros observaron, mientras pasaban a lo largo de un bosque, la huella de un animal que no vieron, pero que debía ser monstruoso: las marcas de sus garras se veían en el suelo y formaban una huella de aproximadamente 91 centímetros de circunferencia. Al observar la disposición de sus huellas, se reconoció que no corría a su paso, y que llevaba las piernas a una distancia de 2.13 a 2.44 metros de distancia una de la otra.

Como se puede notar, difícilmente un zoólogo pensaría que este monstruo se ajusta a los estándares de un dinosaurio. Un apatosauro tenía una huella que medía aproximadamente 3 metros de circunferencia (91 X 61 cm de dimensión), aunque otros dinosaurios eran obviamente mucho más pequeños. MacKal reconoció esto, aunque minimizó las implicaciones. Cita a un científico franco-belga moderno, Bernard Heuvelmans, que sugiere que las medidas son algo similares a las de un rinoceronte, aunque argumenta que no puede serlo dado que los rinocerontes carecen de garras.

El problema parece ser que los escritores modernos confunden circunferencia por longitud (no son lo mismo), y han tomado el adjetivo monstrueux usado por Proyart como indicación de que se refería a un "monstruo". Sin embargo, mientras que hoy día la palabra monstrueux tiene la implicación de "horrible" o "monstruoso", en el siglo XVIII la palabra tenía la connotación de "prodigioso", o "muy grande", según los diccionarios franceses publicados en esa época. Son las personas modernas las que agregan terror al sentido más antiguo. Recordemos que en inglés, en francés y español, la palabra monstruo llega del latin antiguo monstrum, que hace referencia a algo innatural o a una señal de dios. Proyart y sus fuentes no expresaron ningún gran terror ante la criatura, cuya descripción él coloca entre parrafos sobre el elefante y el león, y el contexto del pasaje claramente implica que él consideró a la criatura simplemente uno de muchos animales de una masa similar. Un rinoceronte, en comparación, tiene una huella promedio de 18 cm de diámetro, según los zoólogos, pero que puede superar fácilmente los 28 cm. Esto produce una circunferencia (utilizando π veces el diámetro) de 56.5 cm para un rinoceronte promedio y nuestros requeridos 91 cm para el pie de rinoceronte de 27.94 cm. El rinoceronte también tiene una longitud de cabeza y cuerpo promedio de alrededor de 3.7 m, con una longitud corporal de aproximadamente 2.4 m, lo que significa que sus piernas están separadas entre 2.1 a 2.4 m.

Se ha comentado que la mayor objeción para identificar al monstruo de Proyart como un rinoceronte es que este animal no tiene garras. Su huella, sin embargo, toma la apariencia de tres marcas de garras enormes, a veces puntiagudas, que en realidad son los dedos de las patas, pero aparecen distorsionadas cuando se narcan en el barro. Un hipopótamo también es muy parecido, con una huella similar a la descrita por Proyart, con lo que parecen marcas de "garra", pero en realidad son los dedos de la pata. Teniendo en cuenta que Proyart no vio las marcas de primera mano, esta sería una descripción razonable de una huella de rinoceronte o hipopótamo.

Una segunda objeción a la identificación de la huella de Proyart como hipopótamo o rinoceronte es la afirmación de que tales criaturas no viven actualmente en la zona del Congo que ahora alberga la leyenda del mokèlé-mbèmbé. Proyart no proporcionó una ubicación para el avistamiento de las huellas de sus amigos misioneros, por lo que esta objeción no puede sostenerse. No hay forma de localizar la descripción de Proyart en el mismo territorio donde se centra el mito (actual) del mokèlé-mbèmbé. Tanto el rinoceronte como el hipopótamo tenían rangos que incluían áreas visitadas por los misioneros cuando Proyart estaba activo en África. El área de cobertura de los hipopótamos incluía el Congo; y el del rinoceronte, las áreas al norte. (Tristemente, ambos han declinado notablemente desde entonces y ya no se encuentran en sus áreas históricas). Lo peor de todo es el hecho de que Proyart no describe el hipopótamo o el rinoceronte en su libro, lo que significa que probablemente no era consciente de que el hipopótamo vivía en el África subsahariana. El rinoceronte, entonces conocido principalmente de especies asiáticas, también habría estado más allá de su conocimiento en 1776. Como Proyart describe al monstruo en un pasaje que enumera elefantes y leones, esto implicaría que la criatura probablemente no estaba en la selva, quizás haciendo que el rinoceronte sea el animal más probable

En cualquier caso, dadas las mediciones proporcionadas por Proyart y la naturaleza indirecta del informe, no es posible inferir la existencia de un dinosaurio a partir de su descripción de unas huellas relativamente pequeñas.[4]

Referencias y ligas externas

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  1. MacKal, Roy P., (1987) «A Living Dinosaur: The Search for Mokele-Mbembe». Brill Academic Pub. ISBN 978-9004085435
  2. Newton, Michael (2009). «Hidden Animals: A Field Guide to Batsquatch, Chupacabra, and Other Elusive Creatures». Santa Barbara: ABC-CLIO, 44.
  3. Proyart, Liévin-Bonaventure (1776) «Histoire de Loango, Kakongo, et autres royaumes d’Afrique». Paris. pp 38-39
  4. Colavito, Jason (2013). «Faking history: essays on aliens, Atlantis, monsters, and more»]. Albany, N.Y. ISBN 9781482387827.
P
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Véase también
Foto del cirujanoJenny HaniverPeter Scott