Maresa T. L.

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Víctimas de la pseudociencia
Maresa T. L.

Licenciada en Química y Matemáticas, Maresa T. L. se rehusó categóricamente a operarse un cáncer en el seno izquierdo y empezó a seguir las enseñanzas de la Nueva Medicina Germánica, la pseudoterapia inventada por el charlatán alemán ya desaparecido Ryke Geerd Hamer. Falleció a los 48 años el 28 de agosto de 2007[1].

Antecedentes

Maresa T. L. (la familia pidió que no se publicaran los apellidos) nació en 1959 y trabajó como química en BASF, en Bergamo (Italia). Había realizado un curso de tres años de capacitación en la NMG en Aulla (Liguria).

En 2004, estaba al tanto de un resultado de diagnóstico histológico sospechoso. Se descubrió que Maresa tenía el seno izquierdo con hinchazón obvia, pero se negó estrictamente a cualquier intervención médica, creyendo únicamente en las doctrinas del charlatán Hamer.

Maresa tenía una sólida formación científica (poseía una licenciatura en química y matemáticas) por lo que es de extrañar que haya caído en las garras de las pseudociencias. Además, la caracterizaba una sensibilidad de un artista. Tras ser despedida de BASF, enseñó tai-chi-chuan y practicaba shatzu.

Se realizó mamografías todos los años hasta que se sospechó de un carcinoma de los conductos galactoides y, a pesar de los resultados negativos de la aguja aspirada, los médicos recomendaron la extracción del seno izquierdo para evitar problemas en el futuro.

Maresa se rehusó categóricamente a intervenirse quirúrgicamente y, desde ese día, evitó abordar cualquier tema relacionado con su salud con familia y amigos.

A mediados de junio de 2007, Maresa llamó a su hermano pidiendo ayuda porque no estaba bien: reportó dolores en las caderas, la espalda y las piernas. En los días siguientes se descubrió que Maresa tenía el seno izquierdo, invadido por voluminosas formaciones, con evidente hinchazón y retracción del pezón.

Todo intento de persuadirla de ir al hospital y someterse a exámenes médicos no era más que provocar una violenta crisis de ira y desesperación.

Estuvo en contacto telefónico con otro charlatán: Marco Pfister, Presidente de Alba. De él recibió instrucciones sobre cómo obtener tratamiento. Él había sugerido que también fuera asistida por Paolo Panzeri, un fisioterapeuta, para aliviarle el dolor de espalda y tobillos. Además de la fisioterapia, a Maresa se le recetaron complementos alimenticios, café y té, y medio paquete de Oki (un suplemento) en caso de que el dolor se volviera más intenso.

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Para julio, el dolor se hizo tan agudo que la debilitaba: Maresa solo iba del sofá a la cama y viceversa. En este momento, Maresa involucra a sus padres en busca de apoyo, mientras que su hermano trata de contactar a Pfister para solicitar exámenes médicos y hospitalización. Pfister se negó a hablar con él sobre el diagnóstico apoyándose en cuestiones de privacidad de la paciente. Posteriormente, invitó a Maresa a reflexionar y la animó a asumir la responsabilidad de su curación. Pfister seguía sin recomendar la muy necesaria operación del seno.

En las semanas siguientes, se repitieron dolores agudos de varios tipos. Maresa estaba paralizada en casa y sin ningún tipo de apoyo médico real, ni el alivio de la terapia analgésica. Los dolores que estaba sufriendo eran causados por la metástasis ósea.

Desde el 23 de agosto, el color de la cara y los globos oculares se volvieron amarillos (ictericia): un signo bien conocido de daño hepático severo. En una llamada a Pfister, les dijo que eso era un síntoma de recuperación; y su piel amarilla, en realidad, era causada por su enojo de no poder visitar la isla de Ischia durante sus vacaciones, lugar donde había alquilado una casa de verano cerca del mar.[2]

noframe
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El 27 de agosto la condición de Maresa era desesperada: tenía las extremidades hinchadas y tumefactas. El dolor era atroz.

Maresa accedió a ver a una amiga doctora, pero antes le pidió que consultara con Pfister, quien le describió la condición de la paciente por teléfono y luego le pidió que le recetara un fuerte diurético para reducir el edema.

La doctora, consternada por el comportamiento inmoral e ilegal de Pfister, internó a Maresa de urgencia en un hospital público de Bergamo. Las investigaciones de laboratorio encontraron valores sanguíneos seriamente desequilibrados, metástasis hepáticas y, en base a la observación clínica, la probable presencia de metástasis óseas.

El día 28 a las 13:00 hrs, Maresa entró en coma hepático. Dejó de existir dos horas después.[3]

Otras víctimas de las pseudociencias


Referencias y ligas externas

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  1. Rinaldi, Peppe (2007) «Il pensiero cura il tumore, l’ultima truffa new age». Libero, p21. Vía: archive.org.
  2. (2014) «2007: Maresa T. L. (Bergamo, Italy)». Vía: psiram.com.
  3. D'Amato, Ilario (2014) «Questa è la storia di Maresa L., laureata in chimica e matematica e morta ad agosto del 2007». Vía: grognards2011.it.