María de los Dolores López

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Víctimas de la religión
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María de los Dolores López
Religión ofensora
Causa
Fecha
24 de agosto de 1781
Cómo
Ejecución por garrote vil.

María de los Dolores López, conocida como la beata Dolores, fue una religiosa española ciega, considerada hereje por la Santa Inquisición, y la última persona en ser condenada a la hoguera en España (Sevilla). Al haberse «arrepentido» en las horas previas a su ejecución, fue ajusticiada a garrote vil antes de quemar su cadáver.

Nació en una familia con el clero: su hermano era sacerdote y su hermana carmelita descalza. Desde los seis años dio muestras de ánimo rebelde. A los doce años quedó ciega, y pasó a vivir los cuatro años siguientes con su propio confesor, con el que dormía todas las noches para «quitarle el frío». Entró en el convento carmelita de Nuestra Señora de Belén, y posteriormente pasó a Marchena, donde tomó el hábito de beata. Adquirió fama de santidad y misticismo.

Se decía que hablaba con su ángel custodio y con el Niño Jesús (al que llamaba «el tiñosito»). En Lucena sostuvo una escabrosa relación con un confesor, que fue encarcelado. Volvió a Sevilla, donde otro confesor (Mateo Casillas), tras doce años de relaciones, la denunció a ella y sí mismo en 1779. Corrían rumores de que se relacionaba con el demonio y que bebía un líquido mágico que le permitía poner huevos.

El proceso inquisitorial contra la beata Dolores se inició por acusaciones de «proposiciones, iludente, ilusa y fingidora de revelaciones, revocante, negativa y pertinaz».

Según Marcelino Menéndez Pelayo y José María Montero de Espinosa, María de los Dolores López había incurrido en las herejías del molinosismo y del movimiento de los flagelantes. Se negó a retractarse de sus opiniones y comportamiento.

Para evitar ser quemada viva, pidió confesarse, lo que se le concedió. Tras tres horas de confesión completa en la Cárcel Real, fue llevada al quemadero, que se había preparado en el prado de San Sebastián, donde a las cinco de la tarde se le dio garrote, y su cadáver fue dispuesto en la hoguera, donde se estuvo consumiendo hasta las nueve de la noche, cuando se consideró estaba totalmente consumido y se procedió a esparcir sus cenizas.

A diferencia de la creencia popular, la beata Dolores fue la última persona en ser ejecutada por la Inquisición, no el maestro Cayetano Ripoll en 1826.

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