Ley Sharia

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La ley sharia o ley islámica (en árabe: شريعة إسلامية, šarīʕah al-Islāmīya, ‘vía o senda del Islam’), es el cuerpo del Derecho islámico. Constituye un código detallado de conducta, en el que se incluyen también las normas relativas a los modos del culto, los criterios de la moral y de la vida, las cosas permitidas o prohibidas, las reglas separadoras entre el bien y el mal.

La sharia ha sido formalmente instituida como ley por ciertos Estados, que se definen como Estado islámico. En esos casos, los tribunales de justicia se instituyen como tribunal islámico y velan por su cumplimiento.

Hadd

Dentro de la sharia existe un tipo específico de ofensas conocidas como hudud (plural árabe, también transliterado como hadud, hudood; singular hadd, حد, cuyo significado literal es "límite", o "restricción"). E una palabra utilizada a menudo en la literatura islámica para referirse a los límites del comportamiento aceptable y los castigos relacionados con crímenes severos. En la sharia, hudud por lo general hace referencia a los tipos de castigos que se encuentran fijados para ciertos crímenes que son considerados "exigencias de Dios." Los mismos comprenden robo, fornicación y adulterio (zinā), consumo de alcohol u otras sustancias intoxicantes (khamr), y apostasía. Son crímenes castigados con penas severas, tales como la lapidación, los azotes y aun la amputación de manos y pies.

Las ofensas hadd implican penas específicas. Las transgresiones incluyen relaciones sexuales fuera del matrimonio (adulterio), relaciones sexuales con personas del mismo género, acusaciones falsas, consumo de bebidas alcohólicas, robo y asalto en rutas. Las ofensas sexuales conllevan una pena de lapidación o azotes, mientras que el robo está penado con la amputación de una mano.

Muchos países islámicos definen el adulterio y el consumo de alcohol como ofensas criminales, pero no como ofensas hadd, por lo que no conllevan penas tan terribles. Esos actos ilegales se castigan con penas de prisión.

La sharia, en su vertiente más fundamentalista, incluye como graves faltas la homosexualidad, la desobediencia de las mujeres hacia la autoridad del padre o el esposo, las relaciones con infieles (kafir, los pertenecientes al mundo no islámico) y el incumplimiento de las normas de vestimenta de las mujeres (hiyab), a las que, en caso de incumplimiento, se considera inmorales y culpables en caso de violación.

La ley islámica o sharia está basada en cuatro principios: el Corán; la sunna del profeta, incorporada en las tradiciones reconocidas; el consenso (o ijma) de los estudiosos de la comunidad ortodoxa, y el método de razonamiento por analogía o qiyas.

Escuelas de interpretación

Pero es imposible comprender el Corán y la sunna sin la ayuda de alguna clase de interpretación, y ésta es la tarea de la sharia. Los especialistas en la sharia fundaron muchas «escuelas» de interpretación, cuatro de las cuales han sobrevivido hasta nuestros días, repartidas entre toda la población islámica ortodoxa. Curiosamente, las cuatro se consideran igualmente válidas.

  1. Malik ibn Abbas (muerto en 795) desarrolló sus ideas en Medina, donde, según se dice, conoció a uno de los últimos supervivientes de los compañeros del profeta. Su doctrina está recogida en la obra Muwatta, que ha sido adoptada por la mayoría de los musulmanes de África, con excepción del Bajo Egipto, Zanzíbar y Sudáfrica.
  2. Abu Hanifa (muerto en 767), el fundador de la escuela Hanifi, nació en Iraq. Al parecer, su escuela, seguida por los musulmanes de la India y Turquía, da mayor cabida a la razón y la lógica que las otras.
  3. Al-Shafi'i (muerto en 820), de quien se dice que mantenía una postura moderada en la mayoría de los asuntos, enseñó en Iraq y más tarde en Egipto. Los seguidores de esta escuela, que da gran importancia a la sunna como fuente de la sharia, se encuentran en Indonesia, Bajo Egipto, Malasia y Yemen.
  4. Ahmad ibn Hanbal (muerto en 855) nació en Bagdad y fue discípulo de Al-Shafi'i. A pesar de las persecuciones, Ibn Hanbal defendió la doctrina de que el Corán era increado. Se supone que los modernos wahabis de Arabia Saudí siguen las enseñanzas de Ibn Hanbal.

Cuando se criticó a las diversas escuelas por introducir innovaciones no justificadas, por adaptar la ley religiosa a intereses mundanos y por tolerar abusos, los eruditos doctores de la ley desarrollaron la doctrina de la infalibilidad del consenso (ijma), lo cual constituye la tercera base de la ley islámica o sharia.

A comienzos del 900 la ley islámica quedó fijada rígida e inflexiblemente, y la exclusión de todo razonamiento independiente futuro, significaba la aceptación indiscutida de las doctrinas de las autoridades y eruditos reconocidos. Hasta ese momento la ley islámica se había adaptado y desarrollado, pero a partir de entonces se volvió cada vez más rígida y adquirió su carácter definitivo. Esta rigidez esencial de la ley islámica ayudó a mantener su estabilidad a lo largo de los siglos por lo que, tomada en conjunto, es un reflejo de las condiciones sociales y económicas, por lo que gradualmente fue resultando más y más anticuada con respecto al desarrollo del Estado y la sociedad.

La naturaleza de la ley islámica

Al basarse en el Corán y la sunna, que son la expresión de las ordenanzas divinas, la ley islámica tiene un lado irracional porque sus reglas son válidas en virtud de su mera existencia, y no por su racionalidad. El lado irracional de la ley islámica también impele a la observancia de la letra, más que a la de su espíritu. Este hecho ha facilitado históricamente el vasto desarrollo y aceptación de recursos legales tales como la ficción legal. Por ejemplo, el Corán prohibe explícitamente cobrar intereses; pero esta prohibición religiosa era lo suficientemente poderosa para que la gente evitara trasgredirla abiertamente; pero, al mismo tiempo, la vida comercial exigía el pago y cobro de intereses. ¿Cómo pueden caracterizarse estas prácticas? Llamarlas «ficciones legales» constituye un eufemismo. Más bien es hipocresía moral o deshonestidad moral.

Sharia y mujeres

En su libro Islam and Human Rights, Ann Elizabeth Mayer demuestra cómo, amparándose en la sharia para justificarse, los musulmanes conservadores se han negado a reconocer a las mujeres como seres humanos que merecen los mismos derechos y libertades que los hombres.[1] En estos sistemas islámicos, se espera que las mujeres se casen, obedezcan a su marido, críen a sus hijos, se queden en su casa y se mantengan alejadas de la vida pública. No se les permite desarrollarse como personas, educarse o trabajar. Estos sistemas islámicos tampoco protegen los derechos reales de las minorías religiosas. «De hecho, si tratan la cuestión de los derechos de las minorías religiosas es para ratificar las antiguas reglas de la sharia, que establecen que los no musulmanes han de ser relegados a una posición inferior si merecen ser miembros de ahí al-kitab [el pueblo del Libro], o bien ser tratados como no personas si no merecen tal inclusión.»

Hay leyes de la sharía referentes a las mujeres, los no musulmanes y la libertad religiosa que, independientemente de cualquier lectura maliciosa o ilegítima del Corán y la sunna y por mucho que se intenten interpretar de uno u otro modo, resultan inadmisibles para cualquiera que defiende los principios internacionales de los derechos humanos. Con respecto a las mujeres podemos citar como ejemplo las palabras de un escritor, Ghassan Ascha: «El islamismo no es el único factor que interviene en la represión de las mujeres musulmanas, pero constituye sin duda la causa principal y representa un enorme obstáculo para la mejora de esta situación.» Aquí no hay vacilaciones ni dudosos intentos de exonerar el islamismo.

Aun cuando admitiéramos que los musulmanes conservadores han interpretado a su modo la sharia, ¿quién nos concede el derecho de afirmar que su interpretación no es auténtica y que la auténtica es la de los musulmanes liberales? ¿Quién va a decidir cuál es el auténtico islamismo? Para muchos estudiosos, la sharia sigue siendo el paradigma de la civilización islámica. Por último, aunque la sharia pueda prestarse a interpretaciones, sin duda su elasticidad tiene límites.[2]

Muchos yihadistas quieren restaurar el califato, unificar el mundo islámico bajo su conducción y volver a imponer la ley sharia en los países islámicos. En la actualidad, con excepción de Arabia Saudí e Irán, la sharia ya no está vigente, o lo está sólo en forma parcial. Los modernos combatientes islámicos buscan imponer la sharia por la fuerza en los estados no musulmanes, bajo la bandera de la yihad.

Cuando los talibanes controlaron Afganistán de 1996 a 2001, prohibieron la televisión y la mayoría de los instrumentos musicales. Establecieron un departamento para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio basado en un modelo saudí. Los policías de moralidad, que imponían restricciones sobre el comportamiento, la vestimenta y el movimiento, que circulaban en camionetas, humillaban y azotaban públicamente a las mujeres que no cumplían sus reglas. En 1996, a una mujer de Kabul le cortaron la punta del pulgar por llevar esmalte de uñas, según Amnistía Internacional. Las mujeres acusadas de adulterio fueron apedreadas hasta la muerte.

En 2021, los talibanes se apoderaron de Afganistán. Los expertos han estado analizando el comportamiento reciente de los líderes talibanes en busca de pistas sobre si cambiará su trato hacia las mujeres.

Los talibanes han prometido que las mujeres en Afganistán tendrán derechos 'dentro de los límites de la ley Sharia, bajo su nuevo gobierno. Pero no está claro qué significará eso. Los insurgentes aún no han dicho cómo pretenden aplicarla ahora. Pero millones de mujeres afganas temen volver a las formas misóginas del pasado.

Una interpretación de la Sharia podría otorgar a las mujeres amplios derechos, mientras que otra podría dejar a las mujeres con pocos. Los críticos han dicho que algunas de las restricciones impuestas por los talibanes a las mujeres bajo el disfraz de la ley islámica en realidad fueron más allá de los límites de la Sharia. Las interpretaciones de la Sharia son un tema de debate en todo el mundo musulmán, y todos los grupos y gobiernos que basan sus sistemas legales en la Shariah lo han hecho de manera diferente. Cuando los talibanes dicen que están instituyendo la ley islámica, eso no significa que lo estén haciendo de una manera con la que los eruditos islámicos u otras autoridades islámicas estarían de acuerdo.

La Sharia enumera algunos delitos específicos, como el robo y el adulterio, y los castigos si las acusaciones cumplen con un estándar de prueba. También ofrece orientación moral y espiritual, como cuándo y cómo orar, o cómo casarse y divorciarse. En ninguna parte prohíbe a las mujeres salir de casa sin un acompañante masculino ni les prohíbe trabajar en la mayoría de los trabajos.[3]

Tonterías legales

La ley Sharia contempla casos en verdad irrisorios y ridículos. Por ejemplo, en el tema de la sucesión, se discute el caso de un individuo que deja como exclusivos herederos a sus treinta y dos tataratatarabuelos. Los derechos de la herencia de un individuo que ha sido transformado en animal y, en particular, la herencia de tal individuo que sólo ha sufrido una transformación parcial, ya sea ésta horizontal o vertical.

Se discuten casos legales inverosímiless completamente alejados del mundo real. La superstición popular, a su vez, proporciona abundante material a los juristas para realizar sus disquisiciones. Como los demonios suelen asumir forma humana, los juristas evalúan las consecuencias de tal transformación para la ley religiosa; se esgrimen así sesudos argumentos y contraargumentos para decidir si tales seres pueden contarse o no entre los participantes requeridos en el servicio religioso del viernes. Otro caso problemático que la ley divina debe clarificar es el de qué hacer con la progenie de un matrimonio entre un ser humano y un demonio en forma humana. ¿Cuáles son las consecuencias de tales casamientos en la legislación familiar? Lo cierto es que el problema de los matrimonios con genios se trata con la misma seriedad que cualquier otro punto importante de la ley religiosa.

En síntesis, la sharia es el conjunto de leyes "teóricas" que se aplican en una comunidad musulmana ideal sometida a la voluntad de Dios. Se basa en la autoridad divina, que debe aceptarse sin cuestionarla. La ley islámica no es por tanto producto de la inteligencia humana, y no refleja en modo alguno la realidad social en constante cambio o evolución (tal como ocurre con las leyes occidentales). Es inmutable, y la ciencia de la sharia constituye la interpretación infalible y definitiva de los textos sagrados. Es infalible porque se ha conferido poder a los doctores de la ley para que deduzcan del Corán y las tradiciones soluciones autorizadas, y definitiva porque, al cabo de tres siglos, se dieron todas las soluciones.

Mientras que la ley occidental es humana y cambiante, la sharia es divina e inmutable. Depende de la inescrutable voluntad de Alá, que ninguna inteligencia humana puede aprehender, por lo que hay que aceptarla sin dudar ni hacer preguntas. La tarea de los eruditos doctores de la sharia es sencillamente aplicar las palabras de Dios o de su profeta. Sólo se puede hacer uso de cierto tipo de razonamiento por analogía, denominado qiyas, dentro de límites muy estrictos fijados por el propio Dios. Las decisiones de los doctores, que tienen fuerza de ley, se basan en la infalibilidad de la comunidad, una infalibilidad que el propio Dios confirió a la comunidad de Muhammad por intermedio de éste.

Los escépticos expresaron sus dudas acerca de la capacidad del islamismo para ofrecer soluciones a los problemas de la época moderna. Nur Farwaj, un abogado de El Cairo, escribió en 1986 un artículo en el que criticaba la sharia, la ley islámica, y la calificaba como «una colección de reglas tribales reaccionarias, inapropiada para las sociedades contemporáneas». En ese mismo año, otro abogado y ensayista egipcio, Faraj Fada, publicó un panfleto con el contundente título de «No a la sharia». Defendía en él la separación de la religión y el Estado, basándose en que el islamismo no puede ofrecer el marco constitucional laico necesario para el desarrollo de un Estado moderno. El polémico ensayo de Fada alcanzó un gran éxito y se tradujo al turco, el persa, el urdu y a otras lenguas del mundo islámico.

Violación y la Ley Sharía

La mayor amenaza para las mujeres reside en la concepción musulmana de la violación, en la medida en que se conjuga con las restricciones islámicas respecto a la validez del testimonio femenino. En un juicio, el testimonio de una mujer vale la mitad que el de un hombre:

Llamad, para que sirvan de testigos, a dos de vuestros hombres; si no los hay, elegid a un hombre y a dos mujeres de entre quienes os plazcan como testigos, de tal modo que si una yerra, la otra subsane su error..[4]

Es casi imposible probar una violación en los territorios que siguen los dictados de la sharia. Los hombres pueden cometer una violación con total impunidad: si niegan los cargos y no hay testigos, serán absueltos, porque el testimonio de la víctima es inadmisible. Peor aún, si una mujer acusa a un hombre de violación puede terminar incriminándose a sí misma. Si no se pueden encontrar los testigos masculinos requeridos, la acusación de violación de la víctima pasa a ser una admisión del adulterio. Esto explica el grave hecho de que hasta el 75 por ciento de las mujeres encarceladas en Pakistán lo están por el crimen de haber sido víctimas de una violación.[5] Algunos recientes y notorios casos en Nigeria también han girado en torno a acusaciones de violación transformadas por las autoridades islámicas en cargos de fornicación, con el resultado de dictámenes de sentencias de muerte que sólo fueron modificadas a causa de la presión internacional.[6]

En términos legales, el Reino Unido tiene ahora más de 85 tribunales de la Sharia operacionales que son ideológica y totalmente incompatible con la ley británica. Estos tribunales, que ejercen la ley islámica con total impunidad, utilizan todas las compilaciones de los hadices para hacer resoluciones discriminatorias, especialmente contra los no musulmanes y las mujeres musulmanas relativas a cuestiones de herencia, abuso conyugal y la custodia de los hijos. Los tribunales de la sharia eluden activamente la edad legal de consentimiento, y abogan por que los hombres musulmanes cometan violación de menores. Por otra parte, apoyan las prácticas de mutilación genital femenina y propagan la llamada política para una autonomía Islámica total en distritos regidos por la sharia. La ideología es la "ley Sharia siempre debe gobernar, no se puede descartar.

Goldziher, Schacht y otros han mostrado convincentemente que la mayoría de las tradiciones, y quizá todas, fueron falsificaciones difundidas en las primeras centurias musulmanas. Si se acepta este hecho, toda la base de la ley islámica se vuelve endeble. La ley islámica en conjunto no es más que una creación fantástica basada en falsificaciones y ficciones religiosas. Y, puesto que la ley islámica es considerada por muchos como «el paradigma del pensamiento islámico, la manifestación más típica del modo de vida islámico, el propio núcleo del islamismo», las consecuencias que se derivan de las conclusiones de Goldziher y Shacht son demoledoras.

Las mujeres cristianas han sido amenazadas para que usen la hijab, el velo islámico sobre la cabeza, y otras cosas más. Muchos cristianos han sido asesinados y miles de ellos han abandonado el país. En septiembre de 2004, el columnista iraquí Majid Aziza señaló que «es difícil recordar otro periodo en el cual los cristianos árabes hayan estado en una situación de mayor peligro que en la actualidad.[7]

Validez actual de la Sharia

Cabe preguntarse cómo una ley establecida hace más de mil años y cuya sustancia no ha evolucionado con las épocas puede ser apropiada en el siglo veinte. La sharia sólo refleja las condiciones económicas y sociales del primer período abasí, y resulta totalmente anticuada en vista de los posteriores desarrollos sociales, económicos y morales. Aunque cueste creerlo, hemos progresado moralmente: ya no consideramos que las mujeres son enseres de los que podemos disponer a nuestro antojo; ya no creemos que aquellos que no comparten nuestras creencias religiosas son indignos de respeto; incluso reconocemos los derechos de los niños y los animales. Pero, mientras continuemos considerando que el Corán es la verdad eterna, con respuesta a todos los problemas del mundo moderno, no habrá progreso. Los principios encerrados en el Corán son enemigos del progreso moral.[8]

El islamismo nunca permitirá el desarrollo de la democracia y de los derechos humanos mientras se obstine en aplicar la sharia y no exista separación entre la Iglesia y el Estado.

El fin último de la sharia es el sometimiento de todos los hombres a la ley musulmana. Y ésta no admite componendas con otra clase de leyes o doctrinas no musulmana.

“No es la función del Islam el comprometerse con los conceptos de la Yahiliya [la sociedad de los infieles] que están presentes en el mundo, o de coexistir en la misma tierra junto con un sistema yahili (...) el Islam no puede acepar ninguna mezcla con la yahiliya. Va a prevalecer o bien el Islam, o bien la yahiliya, pero no es posible una situación compartida. El dominio pertenece a Alá, o a la yahiliya, va ha prevalecer la sharia de Alá, o los deseos de la gente. (...) la principal tarea del Islam es quitarle a la yahiliya el liderazgo de los hombres.” (Sayib Qutb, “The Right to Judge”) [9].

Referencias y ligas externas

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  1. Mayer, A. E. (1991), Islam and Human Rights. Westview Press, ISBN 978-0813344676
  2. Ibn Warraq (2003) Por qué no soy musulmán. Prometheus Books Publishers. ISBN 978-8484531463
  3. Daniel Victor (Ago, 2021) «What is Shariah law, and what does it mean for Afghan women under the Taliban?». Vía: nytimes.com.
  4. Corán, 2: 282. Sura 2, La vaca (Al-Baqarah)
  5. Sisters in Islam (2000) Rape, Zina and Incest. www.sistersinislam.org.my
  6. Robert Spencer. Guia Politicamente Incorrecta Del Islam (Y De Las Cruzadas). Ciudadela Libros, S.L. (2007).
  7. (2004) Fundamentalists vow to kill female students without head cover. www.asianews.it.
  8. Ibn Warraq. Por Qué No Soy Musulmán. Editorial Del Bronce. (2003) ISBN 9788484531463
  9. Sayyid Qutb The Right to Judge. library.intellectualtakeout.org.
P
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