Joseph Roy

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Joseph Roy
Datos de interés
País
Francia
Nace
Fallece
1978
Afiliación
Ocupación

Pseudoterapias

Acusado de
Charlatán y promotor del Oscilococcinum

Joseph Roy fue un médico homeosectario francés, inventor, en 1925, del oscillococcinum, un medicamento homeopático utilizado contra la gripe y fabricado supuestamente del hígado y el corazón del pato de Berbería (Cairina moschata), llamado también pato criollo, ​bragado, pato negro, pato mudo o pato real.[1]

Antecedentes

Joseph Roy asistió a la escuela secundaria en la escuela Saint-François de Sales, donde su padre era maestro. Luego, como estudiante de medicina, tomó los cursos del Profesor Batallón, teórico de la partenogénesis (nacimiento sin fertilización de la madre, frecuente en varias especies animales, y que algunos afirmaron haber observado casos en la especie humana, incluido uno en Gran Bretaña).

Al comienzo de la Primera Guerra Mundial Roy fue movilizado e incorporado a la 8va Sección de Enfermería el 4 de agosto de 1914. Fue nombrado asistente médico el 20 de mayo de 1915. Después fue oficial médico de segunda clase el 22 de enero de 1916, para luego ser promovido a primera clase. 28 de diciembre de 1917.

Roy recibió la cruz de guerra con estrella de bronce. Después de la guerra, fue nombrado Caballero de la Legión de Honor.

Microbios que no están allí

Médico militar durante la Primera Guerra Mundial, Roy fue testigo de la terrible pandemia de influenza española de 1917.

En 1925, tras examinar la sangre de las víctimas de la influenza, Roy creyó haber encontrado un microbio formado por dos esferas desiguales y animadas por un rápido movimiento vibratorio, de ahí su nombre: Oscilococo, de coccus: "esfera". Además, el microbio es polimórfico. Puede reducirse hasta convertirse en una partícula del tamaño de un virus, en los límites de visibilidad (con los instrumentos ópticos de la época). A medida que envejece, crece y revela una tercera, e incluso una cuarta esfera.

Roy decidió instalarse en París, donde colaboró ​​durante un tiempo con el homeópata Léon Vannier. Continúa viendo oscilococos en todas partes, desde los chancros sifilíticos, hasta el pus de los enfermos de gonorrea, los pulmones de los tuberculosos, en los pacientes que sufren de eccema, herpes, reumatismo crónico o los sujetos con infecciones agudas: paperas, varicela, sarampión. Hoy no está claro qué fue lo que vio Roy a través del ocular de su microscopio. Pero una cosa es segura: no eran las causas de esas enfermedades. El reumatismo, el eccema y la mayoría de las formas de cáncer no son causados ​​por bacterias, y las paperas, la influenza y el sarampión son causados ​​por virus, que no se pueden ver con un microscopio común. Además, ningún otro bacteriólogo ha informado haber vuelto a ver los "cocos" especiales de Roy.

Oscilococos y cáncer

Pero el oscilococo no se encontraba solo en la sangre de afectados de influenza. Roy lo descubre en la sangre y los tumores de pacientes con cáncer. Roy pensó erróneamente que había hecho un descubrimiento nuevo y emocionante en el camino hacia la cura del cáncer. Incluso escribió un libro al respecto: Vers la connaissance et la guérison du cancer. Vue nouvelle sur la constitution de la vie (Hacia el conocimiento y la curación del cáncer. Nueva visión sobre la constitución de la vida), lo que le valió un entusiasta artículo de Leon Daudet, el famoso polemista de derecha. En ese tiempo, muchas personas dudaron de la idea de que cada enfermedad infecciosa tiene su propia causa (como su propia bacteria o virus). Tales escépticos abrazaron el descubrimiento de Roy. También se unen a los homeópatas, para quienes las enfermedades no se distribuyen de acuerdo con sus causas, sino solo de acuerdo con los síntomas de cada paciente, cualesquiera que sean las causas, que son de poco interés, ya que no intervienen en la elección de una terapia. Y llega a imaginar que los microbios son de origen endógeno, es decir, una forma más baja de existencia de las células del organismo enfermo.

Roy solo decide implementar las técnicas de homeopatía para desarrollar un tratamiento efectivo en síndromes caracterizados por la presencia masiva de oscilococos, en primer lugar, del cáncer. De acuerdo con el dogma de Samuel Hahnemann, este tratamiento debe comenzar desde el propio oscilococo. Pero dado que Roy ve oscilococos en casi todas partes, ¿dónde elegir a los que se utilizarán para crear el medicamento anticanceroso homeopático?

Aquí yace un misterio sin aclarar. Roy decide llevar su oscilococo al hígado y corazón de los patos de especie Cairina moschata. En ninguno de sus escritos da el motivo de esta elección.

La historiadora de las obras de Roy, Nicole Curé, se aventura a dar dos explicaciones diferentes. Según una, varios investigadores sostienen que el pato es uno de los reservorios naturales del virus de la gripe. Pero resulta que ese trabajo de investigación se remonta a 1974, medio siglo después del de Roy. Segunda explicación: los oscilococos del pato habrían sido elegidos por su analogía con los bacilos tuberculosos de otras especies de aves, que no son peligrosos para la especie humana.

Siguiendo con la homeosectaria Nicole Curé, la primera cepa del nuevo remedio, llamada Oscillococcinum, fue donada por Roy a los Laboratorios Homeopáticos de Francia en 1925 y preparada en varias diluciones, incluidos los decimales korsakovianos 30 y 200.

El producto oscillococcinum no es un extracto bacteriano ni un material viral ni una toxina, aunque ha sido concebido como tal y asimilado a estos productos durante mucho tiempo. Es simplemente el hígado y el corazón del pato de Berbería en autólisis aséptica y se supone que contiene el microbio oscilococo de Roy.[2]

El hallazgo de Roy encajó perfectamente con la visión homeopática de que las enfermedades no tienen causas específicas, y pensó que su descubrimiento podría adaptarse para tratar el cáncer homeopáticamente. Simplemente tome cualquier fuente abundante de oscilococos, y después del refuerzo homeopático, se convertirá en una panacea. Ahora los oscilococos se encuentran prácticamente en todas partes, pero por razones que nadie sabe, Roy tomó como fuente el pato de Berbería, que los cocineros franceses usan para preparar la pechuga de pato. Estos cocineros llaman al animal Canard de Barbarie, pero los biólogos lo conocen como Cairina moschata. Completamente en línea con las tradiciones no científicas de la homeopatía, el Oscillococcinum se denota en latín con el nombre incorrecto, 'Anas Barbariae, Hepatis et Cordis Extractum', a pesar de que los patos Anas son bastante diferentes de los patos Cairina.[3]

En un matraz de un litro, se coloca una mezcla de jugo pancreático y suero de glucosa bajo estrictas condiciones asépticas, y se extrae del pobre pato sacrificado por nada su hígado y corazón. ¿Por qué esos dos órganos? Se puede suponer que en la cultura occidental el corazón es tradicionalmente el centro de la vida, y dado que el corazón es el que hace circular la sangre, entonces ahí deben abundar los oscilococos. Roy dejó un comentario sobre por qué eligió el hígado, y que revela su pensamiento arcaico: '...los antiguos vieron en el hígado el asiento de un sufrimiento más importante que el corazón. Es a nivel del hígado donde se realiza la modificación patológica de la sangre, es allí donde se cambia la calidad de la energía de nuestro músculo sanguíneo de forma duradera, a veces ligera, a veces grave'.[4]

Posibles peligros del Oscillococcinum

En una 'conferencia de consenso' celebrado en París, en febrero de 1990, unos treinta expertos concluyeron sobre la recomendación, en caso de nasofaringitis aguda del niño, de limitar la intervención terapéutica: 'La rinofaringitis aguda se cura espontáneamente... Los antibióticos sólo actúan sobre las superinfecciones bacterianas y no sobre los virus'. El uso repetido de antibióticos sin ninguna necesidad real puede actuar sobre la flora intestinal y retrasar la maduración de los mecanismos naturales de inmunidad. Es solo si la fiebre aumenta o si las complicaciones, como las infecciones del oído, amenazan a la persona, que se acepta el uso de grandes remedios antibióticos y antiinflamatorios.

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Resulta que el producto Oscillococcinum, se dice, evita el uso prematuro de antibióticos o antiinflamatorios. Dado que esos chochos no tienen ninguna actividad real y medible, las enfermedades siguen su curso natural hasta la regresión a la media y las personas adjudican la cura al chocho. Sin embargo, se debe señalar que existe peligro si los padres de niños enfermos se sienten demasiado seguros de su eficacia y se contenten con duplicar la dosis de chochos en presencia de complicaciones que requieren una intervención médica real.

El buen charlatán de Roy pensó que sus chochos funcionaban contra el cáncer, la sífilis, la sarna y la tuberculosis, pero los Laboratorios Boiron solo lo recomiendan para 'estados similares a la gripe' y piden algo más de un dólar por gramo. Cientos de miles de franceses compran este producto absurdo publicitado enérgicamente. Se recomienda para la prevención (una dosis por semana en la temporada de gripe) y como cura. Y, al contrario del uso homeopático clásico, uno tiene que consumir una dosis de un gramo, en lugar de tomar una sola bola de 5 mg como dosis de por vida.

Padre indiscutible de este producto fraudulento y que ha hecho millonarios a los accionistas del laboratorio francés Boiron, Joseph Roy había visto una cura para el cáncer y la gripe, así como muchos otros síndromes llamados miasmas, de los cuales el más importante para Hahnemann era el psora, sinónimo de 'costra, picazón'.

El grave problema es que aún con todas las nuevas técnicas y aparatos modernos tal entidad microbiana no ha podido ser encontrada ni identificada por la bacteriología moderna.

Referencias y ligas externas

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  1. Este segmento del artículo Joseph Roy posee contenido adaptado o reeditado de Wikipedia en español, que porta una licencia Creative Commons.
  2. Nicole Curé (1992) «Oscillococcinum: un remède de choc». Vía: homeoint.org.
  3. Jan Willem Nienhuys (Ago, 2003) «The True Story of Oscillococcinum». Vía: homeowatch.org.
  4. Michel Rouzé (Jun, 2004) «OSCILLOCOCCINUM - Le joli grand canard». Vía: Association Française pour l’Information Scientifique.
P
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