Toque terapéutico

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(Redirigido desde «Imposición de manos»)

Pseudoterapias
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en medicina

El toque terapéutico es una práctica, usada incluso por personal de enfermería, que está muy arraigada en el misticismo, pero que supuestamente tiene una base científica. Fue inventada por Delores Krieger en la década de 1970. Los practicantes de esta pseudociencia afirman que han tratado terapéuticamente muchas condiciones médicas mediante la imposición de manos para manipular un "campo de energía humana" perceptible por encima de la piel del paciente. Los médicos dicen que en realidad pueden percibir un "campo de energía humana".[1]

Según los porponentes de esta práctica, quienes desean saber cómo usar esta técnica, deben ser entrenados para poder percibir las "energías" del paciente.[2]

Refutación

Un estudio científico publicado por The Journal of the American Medical Association (JAMA), ha demostrado la falsedad de estas afirmaciones. Las conclusiones de la investigación, dirigida por la doctora Linda Rosa, del Consejo Nacional contra el Fraude Sanitario de Estados Unidos, no dejan lugar a dudas: los practicantes del denominado toque terapéutico son incapaces de detectar ese presunto campo energético bajo control científico.

Los experimentadores fundamentan su estudio en la necesidad de someter a prueba una técnica profesionalmente reconocida, como lo demuestra el hecho de que, de los más cien mil practicantes de la imposición de manos que hay en todo el mundo, 43,000 son profesionales sanitarios. Y es que el toque terapéutico, aunque parezca increíble, se enseña en más de un centenar de universidades de 75 países, y en al menos ochenta hospitales norteamericanos se ha detectado que hay enfermeras que lo aplican sin el conocimiento de los médicos en la mayoría de los casos.

George D. Lundberg, editor de JAMA, destaca que esta técnica ha dado lugar a un creciente negocio a escala internacional, negocio que encuentra su más tosca expresión en los llamados sanadores espirituales.

Fotografía de ©Evi Buckner-Opler

La prueba a la que los autores del informe sometieron a veintiún profesionales del toque terapéutico sorprende por la simpleza de su diseño y lo categórico de los resultados. El diseño fue obra de uno de los firmantes del artículo, Emily Rosa, una niña de nueve años que concibió en principio la investigación como un proyecto escolar. Con las barreras visuales oportunas, la niña ponía una mano a ocho centímetros de las palmas de las de los sujetos que se sometían a la prueba: la colocaba al azar en la vertical de la mano izquierda o la derecha del dotado, que debía qué precisar cuál de sus manos detectaba la energía de la experimentadora. Los resultados del estudio fueron concluyentes: los practicantes del toque terapéutico acertaron qué mano podía captar el campo energético infantil sólo en el 46% de las ocasiones, lo que está muy cerca a lo presupuesto por el azar, el 50%. Los investigadores consideran que ha quedado confirmado que el toque terapéutico carece de fundamento científico y que su uso por profesionales sanitarios está injustificado. No existe tal supuesto campo de energía humana del que hablan los partidarios de la imposición de manos, los "profesionales" de esta técnica, deben dejar de usarla en las personas. Las personas no deberían malgastar su dinero en esta técnica a menos que nuevos experimentos honestos demuestren un efecto real y medible.

Controversia del estudio de Emily

La conclusión del estudio fue:

Hasta donde sabemos, ningún otro estudio objetivo y cuantitativo en el que participaran más de unos pocos practicantes del toque terapéutico, ha sido publicado, y ni un solo estudio bien diseñado demuestra algún beneficio para la salud con el uso de ésta práctica. Estos hechos, junto con nuestros resultados experimentales, sugieren que las afirmaciones en favor del toque terapéutico son infundadas y que el uso de este por profesionales de la salud es injustificada.[1]

Los seguidores de esta pseudociencia han tratado de desvirtuar el estudio de JAMA llamándolo de sesgado y falso, que no siguió un protocolo científico, que no hubo un control y procedimiento doble ciego. Sin embargo, a pesar de más de año y medio de controversias, dos rondas de cartas en JAMA, y muchos pronunciamientos por por parte de los apologistas, la conclusión del estudio se ha mantenido.

Todos quienes defiendan el toque terapéutico pueden decir todas las tonterías que quieran acerca de su defensa a esta pseudociencia criticando las supuestas deficiencias del protocolo de Emily. Pero por el momento, la conclusión que se deriva en parte, del estudio, permanece sin refutar en la literatura científica hasta el día de hoy. Permanecerá así hasta que alguien pueda producir una evidencia convincente que apoye la práctica de toque terapéutico como una "modalidad única y efectiva, cosa que no ha sucedido.[3]

En vez de estar cacareando criticando el estudio de Emily Rosa, los creyentes de esta bazofia anticientífica deberían hacer un estudio que compruebe de una vez por todas que el toque terapéutico en verdad funciona.

Una prueba científica adecuada requiere arriesgar e ir por todo y dejar que la realidad demuestre cuando algo está mal. Eso generalmente significa llevar a cabo un experimento científico sobre una hipótesis falsable. Eso significa que si se cree que X causa Y, se debe definir una condición experimental donde uno cree que X debe causar Y, a continuación, averiguar si eso ocurre en verdad. Si no es así, entonces se debe aceptar que uno está equivocado. Así de simple. Los verdaderos científicos piensan de esta manera todo el tiempo. Emily se dio cuenta de esto por sí misma a los 9 años.

Otras falsas terapias


Referencias y ligas externas

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  1. 1,0 1,1 Linda, Rosa (1998) A Close Look at Therapeutic Touch. JAMA, Vol. 279, No. 13. (01 April 1998), pp. 1005-1010, doi:10.1001/jama.279.13.1005 Key: citeulike:4637358
  2. Sarner, Larry. Therapeutic Touch: Responses to Objections to the JAMA Paper. En quackwatch.com
  3. Sarner, Larry. Therapeutic Touch: Responses to Objections to the JAMA Paper. En quackwatch.com