Espiritismo
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El espiritismo se basa en principio en un conjunto de actividades que permitirían comunicarse con los “espíritus”, especialmente los de los muertos. La idea de entrar en contacto con entidades extrañas a nuestro mundo cotidiano es extremadamente antigua, y hay ejemplos en las obras de Homero y en la Biblia.
Origen
Pero el espiritismo propiamente dicho designa un conjunto de prácticas y concepciones teóricas cuyo origen se sitúa comúnmente en 1848, cuando las dos hijas del granjero norteamericano John Fox, de 12 y 15 años, tuvieron la idea de contactarse con los “espíritus” que provocaban ruidos misteriosos en su casa. Dominando su temor, las chicas Fox comenzaron el diálogo estableciendo un código simple: un golpe quería decir “si”, dos golpes querían decir “no”. Las proezas de las hermanas dieron lugar a un vasto movimiento de efectos producidos por los seres del más allá. Se hacían danzar y dar vueltas las mesas, se movían los muebles, se provocaban una serie increíble de efectos sonoros, y sobre todo, se inventaron medios de comunicación más perfeccionados. Los espíritus de personas bien definidas (generalmente famosas, como Julio Cesar, Napoleón, Cleopatra, etc.) terminaron dictando largas declaraciones cuando hacía falta.
El francés Hyppolyte Rivail, conocido por el seudónimo de Allan Kardec, publicó en 1857 el Libro de los Espíritus, supuestamente por dictado de los espíritus. Entre los muertos que habían confiado en Kardec la misión de fijar por escrito sus enseñanzas estaban san Juan el Evangelista, san Agustín, san Vicente de Paul, san Luis, Sócrates, Platón, Fénelon y Franklin. Además, hay una serie de publicaciones como la revista Spirite y otras.
Refutación
Una pregunta que surge de inmediato es ¿por qué los mensajes de estos muertos ilustres suelen ser tan pedestres? ¿Por qué, por ejemplo, los filósofos y dramaturgos griegos no nos dictan sus obras perdidas? Uno podría pensar que desean que las actuales generaciones conozcan su obra. ¿Por qué el espíritu de Fermat no nos transmite su demostración de su famoso teorema? ¿Por qué, cuando se convocan espíritus de personas que vivieron en el pasado, y se les pregunta sobre costumbres de su época que no podían ignorar, fallan estrepitosamente? (Esto se puede trasladar a los que sostienen recordar vidas pasadas. Un supuesto piquero de la guerra civil inglesa, ignoraba completamente los complejos movimientos que los piqueros debían hacer en forma automática, y el espíritu reencarnado de un soldado muerto en la guerra de independencia norteamericana, ignoraba el procedimiento para cargar un mosquete de chispa). Lo curioso es que, además, estos espíritus hablan idiomas que no existían en su época, como inglés o francés moderno. A menos que Kardec hubiera sido experto en latín, griego clásico, francés medieval, inglés del siglo XVIII, arameo, etc.
Entre los diversos fenómenos supuestamente producidos por los espíritus, están, según el físico inglés William Crookes, que era creyente luego de haber, supuestamente, controlado los fenómenos científicamente, los movimientos de cuerpos pesados por contacto pero sin esfuerzo, que consistía en levantar un cuerpo pesado con la mano, sin aparentemente ningún esfuerzo, acompañado con un enfriamiento del aire, los fenómenos de percusión y otros sonidos, como detonaciones, ruidos metálicos muy agudos, cantos de pájaros, el movimiento de objetos pesados sin contacto con el médium, mesas y sillas elevadas en el aire sin contacto con las personas, levitación de personas, cuerpos luminosos flotando en el aire, aparición de manos luminosas, fantasmas, escritura automática (escritura que se produce sin la voluntad de las personas presentes) y un largo etcétera.
Sesiones espiritistas
Las sesiones de espiritismo se practican en habitaciones en penumbra en donde es difícil ver a los visitantes fantasmagóricos. Si se enciende la luz y en consecuencia los asistentes tienen la oportunidad de ver lo que ocurre, los fantasmas desaparecen. Se nos dice que son tímidos, y los creyentes lo aceptan. En los laboratorios parapsicológicos existe el [“efecto observador” (o efecto espectador)]: personas descritas como psíquicos dotados encuentran que sus poderes disminuyen claramente siempre que aparecen los escépticos, y desaparecen del todo si se hallan presentes prestidigitadores profesionales. Lo que necesitan es oscuridad y credulidad.
Curiosamente, el espiritismo reivindica la experimentación. Puesto que no se puede probar a priori la inexistencia de los espíritus, o que los espíritus de los muertos no puedan comunicarse con nosotros, razonan que es necesario experimentar, y si los experimentos nos muestran que vienen mensajes del más allá, habrá que aceptar el hecho, mal que les pese a los científicos llenos de prejuicios.
A pesar de que las hermanas Fox, ya ancianas, confesaron que los ruidos –supuestamente respuestas de los espíritus a sus preguntas - los producían ellas mismas (y mostraron cómo lo hacían), y a los numerosos casos de fraudes y engaños de los “mediums” puestos al descubierto por diversas personas, como el mago Houdini, estas creencias disparatadas siguen en plena vigencia. Los golpecitos dados por espíritus son demasiado tranquilizadores para abandonarlos porque una persona confesase que eran falsos, aunque esa persona fuera la que inició todo el cuento. Empezó a circular la historia de que los racionalistas fanáticos las habían obligado a hacer esa confesión.
En 1976 Lamarr Keene, un médium espiritista que había estafado a miles de residentes de Florida, decidió dejar el negocio y escribió un libro, The Pysychic Mafia, donde pone en descubierto los trucos usados por los mediums para engañar a los incautos. Tuvo que cambiar de nombre y de ciudad, por las amenazas de sus colegas puestos al descubierto. Finalmente, fue atacado a balazos, probablemente por los “mafiosos” del espiritismo.
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