Errores de un diseñador inteligente

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Al dejar a la Biblia y el Corán fuera del debate los científicos modernos se tienen que limitar a defender las teorías aceptadas por la comunidad, por lo cual se considera necesario responder con algunos ejemplos y argumentos.

Antecedentes

La evolución biológica es el resultado de la interacción entre dos factores fundamentales: las mutaciones, que se producen accidentalmente, y la selección natural, que guía el proceso. A ellos se agregan otros factores, como la deriva genética, entre otras. Las mutaciones ocurren independientemente de las necesidades del organismo, pero sólo modifican lo existente. Los cambios evolutivos son oportunistas, cada nuevo organismo se construye con las piezas de su antepasado, que se reorganizan de un nuevo modo o se transforman realizando nuevas funciones.

Anatomía animal

Diversos organismos de distintos grupos que tienen formas de vida similares suelen tener eficiencias diferentes, por ejemplo el ala de las aves es mucho mejor que la de los insectos o la de murciélagos, porque las estructuras iniciales en cada caso eran muy distintas, así como sus potencialidades para el cambio y los períodos durante los cuales ocurrieron estos cambios[1]. Un creador inteligente habría hecho a todos los organismos voladores igualmente eficientes para el vuelo. Las nutrias marinas son muy parecidas morfológicamente a las nutrias comunes de agua dulce, sin embargo su forma de vida es similar a la de las focas y lobos marinos. Tal como estos pinnípedos, rara vez salen a tierra firme, ya que incluso se aparean y desarrollan a sus crías en el mar, en el que bucean hasta profundidades más o menos grandes. ¿Por qué no tienen las mismas adaptaciones que han desarrollado focas y lobos marinos? Simplemente porque la evolución ha obrado sobre ellos adaptándolos a la vida marina en un menor tiempo que a los pinnípedos, cuyos primeros restos fósiles conocidos datan del Mioceno y ya en esa época presentaban claras características propias de animales marinos[2]. Si ambos tipos de mamíferos hubiesen sido diseñados inteligente y simultáneamente para un mismo tipo de vida, la situación sería distinta.

Las zarigüeyas (Didelphis marsupialis) tienen en los pies posteriores un dedo gordo móvil, separado de los otros dedos, lo que les permite agarrarse de los árboles en forma segura. En cambio, otros marsupiales, los diversos canguros arborícolas (Dendrolagus spp.) tienen pies posteriores sin dedos gordos y con los dedos segundo y terceros reducidos. Pueden asirse de los árboles en forma menos eficiente, mediante sus uñas y plantas granulosas. La estructura del pie presenta en este caso signos inconfundibles de un origen evolutivo desde ancestros como los actuales canguros terrestres, que se desplazan sobre el suelo[3].

La selección natural es ciega e imprevisora, aprovecha la ventaja inmediata y no es finalista, pero tampoco es aleatoria, porque suele aumentar la adaptación, de manera que los modelos inicialmente simples se van refinando a través del tiempo y a veces se diversifican hacia usos imprevistos. El diseño evolutivo dista de ser óptimo, como el que se conseguiría si lo realizara un diseñador inteligente en forma instantánea, con piezas nuevas a partir de cero y con todos los materiales a su disposición; pero suele ser suficientemente bueno como para adaptar al organismo a las nuevas necesidades. Si ello no es posible, simplemente la especie se reduce o se extingue. Por otra parte, existen factores que limitan la evolución adaptativa, como la lentitud con que opera, los llamados compromisos, las restricciones funcionales y la escasa variabilidad genética intrapoblacional[4]. Suelen existir equilibrios o “compromisos” entre fuerzas evolutivas diferentes. Por ejemplo, la llamativa cola del macho de pavo real (Pavo cristatus) es un atractivo que aumenta su éxito reproductivo mediante selección sexual, pero tiene costo negativo al dificultar el vuelo, hacerlo más visible a los depredadores, ser un estorbo para la huída, impedir el paso por lugares estrechos o enredarse en ellos. La selección sexual suele generar machos muy atractivos para las hembras, pero deficientes para la supervivencia. Los recursos utilizados para seducir a las hembras podrían ser más útiles si se ocuparan en la protección de las crías. Hay distorsión de la proporción genotípica cuando la meiosis origina un gameto letal o incapaz de conjugarse de acuerdo con el modelo normal de segregación. Por ejemplo, en ratones (Mus musculus) individuos homocigotos recesivos para cierto gen (tt) mueren antes de nacer, porque el gen t es letal recesivo, pero los heterocigotos (Tt) son ratones sin cola que transmiten al gen t en frecuencias tan elevadas como sobre el 90% comparado con el alelo normal, debido a importantes diferencias en el poder fecundante de los espermatozoides que llevan uno u otro de estos alelos[5]. Por lo tanto, ratones mal diseñados que mueren antes de nacer, surgen en ciertas poblaciones en una alta frecuencia.

Al profundizar en la anatomía de los organismos observamos que poseen estructuras innecesarias y que muchos órganos presentan un diseño lejano a la perfección, nada de “inteligente”.

Deficiencias

Las similitudes y diferencias entre diversas especies resultan de procesos históricos evolutivos, que determinan en algunos casos deficiencias en el diseño, estructuras homólogas que cumplen funciones distintas o permanecen afuncionales como rudimentos.[6] Una deficiencia de diseño es el caso de las células musculares cardíacas, que carecen de una capacidad regenerativa eficiente. Ciertos caracteres no cumplen una función efectiva, porque son adaptaciones para anteriores formas de vida que se encuentran en un estado de regresión evolutiva. Por ejemplo, el cerdo hormiguero (Orycteropus afer) se alimenta solamente de termitas pero posee dientes simples, y el panda gigante (Ailuropoda melanoleuca) se alimenta sólo de bambú pero tiene el tipo de dentadura carnívora, no apta para alimentarse de vegetales, y es incapaz de digerir la celulosa. A través del registro fósil se observa que a veces un problema de diseño se soluciona de una o varias formas en diversas líneas evolutivas, como es el caso de la concha de los caracoles originalmente recta.[7]

Ciertas características son modificaciones de estructuras preexistentes, de manera que una novedad que otorga ventaja biológica para una función determinada puede ser más tarde provechosa para una función diferente. Esto en biología evolutiva se denomina “exaptación”, proceso que permite el surgimiento de un sistema complejo a partir de un sistema más simple con otra función. La evolución de las plumas es un ejemplo, las primitivas, más simples, posiblemente eran aislantes térmicos, y en estados evolutivos posteriores pasaron a ser utilizadas en el vuelo. Otro ejemplo es el de los tres huesecillos del oído medio de los mamíferos, que ayudan a la audición, surgieron evolutivamente desde la mandíbula reptiliana, hecho bien establecido por la anatomía comparada, embriología y paleontología[8]. El sistema de los tres huesecillos del oído medio corresponde a la definición de "complejidad irreducible" de los partidarios del diseño inteligente, porque si faltara uno de ellos no habría audición, análogamente a la trampa ratonera de Behe, que perdió un componente. Según Behe la evolución tendría que producir numerosas mutaciones simultáneas para formar un sistema complejo, lo cual sería improbable. Sin embargo, la evolución biológica no fabrica nada instantáneamente. Las secuencias cronológicas de fósiles muestran que la mandíbula de los reptiles pasó por una serie de cambios evolutivos que a lo largo de mucho tiempo modificaron y desplazaron ciertos huesecillos hacia la parte posterior de la cabeza. En cierto momento del proceso, su posición e interrelaciones mejoró la audición al transmitir mejor las vibraciones de sonidos, capacidad auditiva que la selección natural favoreció porque les permite escapar mejor de depredadores y encontrar más fácilmente a su pareja. Durante este proceso se mejoró la audición, y en ningún momento hubo individuos incapaces de oír o de masticar, aunque no los "diseñó" nadie. Otro cambio evolutivo de funciones se encuentra en el complejo pineal de los vertebrados[9], que inicialmente tenía funciones visuales y se transformó en los mamíferos en un órgano endocrino.

Los ojos son órganos complejos por lo que la limitada imaginación de los antievolucionistas les impide entenderlos como productos del proceso evolutivo. Se conoce bien la formación de los ojos a través de sucesivos pasos evolutivos, proceso claramente ilustrado en los invertebrados, desde órganos simples con fotosensibilidad difusa distribuidos ampliamente, hasta ojos que distinguen pequeños detalles, pasando por placas celulares, depresiones y vesículas con lentes. En el ojo de los vertebrados la luz atraviesa capas retinianas invertidas y el nervio óptico interrumpe la zona de fotorreceptores, produciéndose una zona donde no hay posibilidad de ver. Este “diseño no inteligente” se originó por razones evolutivas: los globos oculares se forman desde el tejido que formó el cerebro, cuya ubicación de capas celulares se repite durante el desarrollo embrionario, de modo que quedamos con la retina invertida. Las personas con daltonismo poseen un gen anormal, formado por un fragmento del gen que detecta verde unido a un fragmento del gen que detecta rojo, lo que lleva a la síntesis de un pigmento híbrido de fotosensibilidad intermedia entre la de ambos pigmentos originales[10], debido a que ambos genes son vecinos y pueden entrecruzarse en la meiosis porque derivan de un antepasado común. Un diseñador inteligente habría colocado a ambos genes en cromosomas diferentes. En las islas de Pingelap y Pohnpei, de Micronesia, es común la ceguera total y congénita al color, situación que a nivel de la población mundial es muy escasa pero que afecta a un alto porcentaje de la población en estas islas[11]. Obviamente, el no ver colores no representa ninguna adaptación o ventaja. Su alta incidencia allí no es fruto de un diseño inteligente ni de la selección natural. Simplemente las poblaciones humanas de estas islas fueron fundadas por pocos individuos y por azar uno de los fundadores padecía una enfermedad hereditaria muy poco común. Debido a la pequeñez de la población derivada, sus descendientes la manifiestan en un alto porcentaje. Es el llamado “efecto fundador”, variedad de deriva génica, fenómeno evolutivo debido al azar.

La pérdida del poder de acomodación (presbicia) se debe a que el cristalino se endurece gradualmente, disminuyendo su elasticidad y perdiendo su poder refringente. La cantidad de defectos en la vista es muy grande, lo que nos muestra que nuestro ojo, aunque complejo, carece de un diseño eficiente. Para ver bien debe haber un adecuado desarrollo de la musculatura ocular y el cerebro debe ser capaz de superponer las imágenes registradas por ambos ojos. Cuando falla uno de estos aspectos se produce estrabismo. La diplopía, visión doble, deriva de la incapacidad de contracción, parcial o completa, de los músculos oculares. El humor acuoso debe reabsorberse al mismo ritmo de su producción, pero es frecuente que las vías de desagüe disminuyan o se bloqueen, o que haya una producción excesiva de humor acuoso. En estos casos aumenta excesivamente la presión intraocular causando glaucoma, que puede conducir a la pérdida de la visión. Un mejor diseño evitaría estos problemas.

Una situación similar ocurre con el líquido cefalorraquídeo, que puede producirse en exceso o no reabsorberse adecuadamente, lo cual lleva a su acumulación en ciertas zonas del cerebro (hidrocefalia), aumentando excesivamente la presión intracraneana.

Organos rudimentarios y vestigiales

En las tortugas el caparazón que rodea a los pulmones impide que estos órganos cambien de forma y que se produzca la ventilación típica mediante el movimiento de las costillas, que se encuentran firmemente adheridas entre sí. El mecanismo ventilatorio se basa en otros sistemas, como la extensión y retracción de las extremidades. Sin embargo, durante su desarrollo embrionario, el galápago europeo (Emys orbicularis) y la tortuga de caparazón blando india (Lissemys punctata) presentan músculos intercostales rudimentarios, que nunca son funcionales. ¿Por qué este error de diseño? Simplemente porque descienden de antepasados que ventilaban sus pulmones de la misma forma que lo hacen los demás reptiles. Hay numerosos casos análogos[12].

Las salamandras cavernícolas ciegas, como Typhlotriton spelaeus y Proteus anguineus, tienen bulbos de tejidos no funcionales, que corresponden a rudimentos de ojos con cristalino y retina, aunque viven en lugares sin luz y son incapaces de ver[13].

Astyanax mexicanus. (Foto cortesía de Wikipedia).

En cavernas subacuáticas profundas frente a México, existen peces ciegos del género Astyanax, que forman al menos 29 poblaciones diferentes[14]. Durante sus primeras fases de desarrollo tienen ojos, los que degeneran, naciendo con restos de ojos cubiertos por piel. Peces similares que viven cerca de la superficie, donde hay mucha luz, presentan ojos funcionales. Aparentemente los ancestros de los actuales peces ciegos fueron de este tipo, y crecidas de agua los llevaron hasta los mantos acuíferos subterráneos donde, debido a que no llegaba la luz directa del sol, comenzaron a evolucionar desarrollando otros sentidos, y la vista se hizo innecesaria.

El biólogo William R. Jeffery estudió en estas poblaciones cambios constructivos como el mejoramiento de estructuras alimentarias (mandíbulas, papilas gustativas, dientes) y del sistema mecanosensorial craneal[15]. Se identificaron genes responsables de la degeneración ocular, los genes ssh, que provocan destrucción celular y detienen el crecimiento ocular. El tejido lenticular oftálmico se desnaturaliza y se retira gradualmente hacia la órbita ocular al crecer el embrión. La ceguera es una ventaja para los peces que viven en las oscuras cavernas, porque al nacer ciegos no invierten en energía o circuitos cerebrales de la vista, un sentido totalmente innecesario en la oscuridad total. La distribución geográfica de haplotipos es compatible con múltiples sucesos fundadores e hibridaciones en la evolución de fenotipos relacionados con las cavernas.

Yamamoto y Jeffery transplantaron el cristalino desde los ojos de peces de superficie a los ojos de peces ciegos, observando que en ocho días el ojo empezó a desarrollarse y después de dos meses era funcional, con córnea, pupila e iris[16]. Existen moluscos nudibranquios marinos que cuando adultos carecen de concha, pero la poseen en estado larvario. Las ballenas poseen dientes embrionarios rudimentarios que nunca emergen de las encías y que no son funcionales[17], puesto que utilizan las barbas; presentan un oído externo reducido y no funcional, y en la zona del vientre tienen huesos reducidos que son restos de pelvis y extremidades posteriores[18]. Su explicación evolutiva es evidente, se conocen numerosos cetáceos fósiles con extremidades[19]. Las boas y pitones presentan a los lados de la cloaca garras que corresponden a rudimentos de extremidades posteriores, conectados a la columna vertebral por un vestigio de la pelvis y que no sirven para ningún propósito locomotor.

Imagen del blog "The Science Questionnaire".

Las serpientes evolucionaron a partir de lagartos, y en el registro fósil se han encontrado serpientes provistas de extremidades[20].

Las gallinas adultas poseen tres dedos en sus alas y cuatro en sus patas, pero durante un breve tiempo del desarrollo aparece un dedo extra en la mano y en el pie[21]. Las plantas llamadas dientes de león (Taraxacum officinale) tienen pétalos de colores muy brillantes, tan llamativos que parecen diseñados para atraer a los polinizadores, sin embargo su polen es estéril y las semillas se desarrollan sin fertilización. ¿Por qué un diseñador inteligente les habría proporcionado flores inútiles? Porque el diseñador no es inteligente, se trata de la selección natural, que actúa lentamente y en este caso son caracteres residuales de sus antepasados que se reproducían sexualmente.

Los seres humanos presentamos múltiples características que demuestran nuestro origen evolutivo desde simios. La cola o apéndice caudal de nuestros ancestros, inútil, desapareció lentamente. Sin embargo, aún tenemos un hueso rudimentario, el cóccix, en la base de la columna vertebral, resto de un antiguo apéndice caudal, encerrado entre músculos. En el embrión de seis a doce semanas esta región caudal está claramente desarrollada, formada por 8 ó 9 rudimentos de vértebras. Sin embargo, no crece tan rápido como el cuerpo, y al finalizar este período se atrofia, formando un vestigio de entre 2 y 6 vértebras coccígeas que se sueldan formando el cóccix.

Ocasionalmente no se reduce en el estado embrionario, se desarrolla y la persona nace con un apéndice caudal de unos 7.5 cm, a veces solo carnoso, algo móvil, y en algunos casos con elementos esqueléticos. Tanto si existe o no esta cola externa, los músculos que mueven la cola de otros mamíferos también están presentes en los primates, como nosotros. Se ha sugerido que el cóccix ancla los músculos y puede apoyar los órganos de la pelvis, pero se conocen muchos casos en los que el cóccix se ha eliminado quirúrgicamente sin efectos adversos. Existen numerosos otros casos[22], como la existencia de varios pares de glándulas mamarias rudimentarias, que aparecen en el embrión a las seis semanas, y el desarrollo anormal de vello espeso (lanugo) que cubre todo el cuerpo, excepto palmas y plantas, que normalmente se desprende antes o poco después del nacimiento. En condiciones emocionales fuertes se produce un reflejo vestigial, la "carne de gallina”, debido a que los músculos piloerectores u horripiladores, de la piel, provocan la erección del pelo. Su función en nuestros ancestros era elevar el vello corporal para aparentar un mayor tamaño y amedrentar a los enemigos, pero actualmente tiene poca utilidad, evitando escasamente la pérdida de calor. Los monos suelen hacer un gesto agresivo mostrando sus grandes caninos, gesto que realizan también algunas personas cuando se enfurecen, aún cuando nuestros caninos son muy pequeños.

Tubérculo de Darwin. Fotos de Dbenbenn y André Ueberbach respectivamente.

Los fetos humanos de cinco o seis meses de desarrollo presentan las orejas puntiagudas, similares a los monos, y algunos adultos las mantienen. En muchos seres humanos existe el tubérculo de Darwin, engrosamiento del borde de la oreja (hélix), vestigio de la punta de la oreja común en otros primates. Muchos mamíferos utilizan un conjunto de músculos asociados a sus orejas para captar la dirección de los sonidos, moviéndolas libremente y recolectando más vibraciones sonoras, carácter que no presenta el ser humano. Sin embargo, poseemos músculos atrofiados para realizar este tipo de movimientos, que aunque no son normalmente funcionales, algunas personas tras cierta práctica logran moverlos, habilidad que no tiene utilidad alguna.

Los últimos molares humanos, las “muelas del juicio”, son piezas dentarias que emergen tardíamente, las más variables en tamaño y momento de erupción, a menudo están sujetas a defectos, y a veces deben ser extraídas porque no existe el espacio suficiente para su desarrollo. Nuestros antepasados poseían mandíbulas más grandes, por lo tanto en ellos eran funcionales, y posiblemente hace unos miles de años perdían varios dientes durante su juventud, por lo tanto les serían útiles, pero las conductas higiénicas actuales del cepillado dental permite mantener todos los dientes, y han pasado a ser un estorbo. En los mamíferos, incluyendo al ser humano, existe una pequeña estructura no funcional en el ángulo interno de cada ojo, el pliegue semilunar, oculto parcialmente por los párpados, en cuyo interior puede haber una lámina cartilaginosa y fibras musculares. Se trata del resto de un antiguo pliegue membranoso, la membrana nictitante o tercer párpado de otros animales, que al cerrarlo, durante la inmersión, actúa cómo membrana protectora de la córnea. ¿Es que un diseñador inteligente nos colocó esta cantidad de caracteres simiescos para hacernos creer que descendemos de antropoides extinguidos?

Se han descubierto embriones de pollo con una mutación que origina dientes de tipo cocodriliano a pesar de que las aves han carecido de ellos durante muchos millones de años[23]. Un caso sorprendente es el hoacín u hoatzín (Opisthocomus hoazin), ave que nace con garras funcionales en los dedos segundo y tercero de sus alas, desenvolviéndose como cuadrúpedo durante el período de inmadurez, y perdiéndola cuando adulto. Otras características de su aspecto y costumbres recuerdan a sus ancestros reptilianos, por ejemplo cuando están en peligro no intentan volar, sino se lanzan al agua como las iguanas.

Aves no voladoras, como avestruces, pingüinos, casuarios, kiwis y kakapo, tienen alas rudimentarias. Avestruces y pingüinos, al igual que las otras aves, tienen alas y huesos provistos con cavidades de aire, claras adaptaciones para el vuelo, aunque no vuelan. Lo obvio es que se debe a que descienden de aves voladoras. ¿Por qué un Creador consciente les habría otorgado estas características innecesarias?

La persistencia embrionaria de caracteres evolutivamente ancestrales, o su permanencia como rudimentos inútiles en el adulto, recibe el nombre de atavismo. La persistencia de estos vestigios se debe simplemente a que cuando un órgano de gran tamaño deja de utilizarse, hay una fuerte presión selectiva para reducirlo o eliminarlo, porque es un estorbo que consume recursos. Pero en la medida en que desaparece, la selección natural se relaja, y los organismos que lo conservan no son penalizados porque no son claramente desventajosos.

La posición relativa de diversas estructuras suele mantenerse constante a través de la evolución, originando diseños absurdos debido a cambios en formas y dimensiones. Por ejemplo, en la jirafa (Giraffa camelopardalis) el nervio recurrente de la laringe se extiende en metros sobre lo necesario, dilapidando material y produciendo poca eficiencia, disposición que se origina evolutivamente desde antiguos peces, en los que cada rama del nervio vago sigue un curso paralelo a un arco arterial entre las hendiduras branquiales. El panda gigante (Ailuropoda melanoleuca), posee un “falso pulgar” originalmente relacionado con el desplazamiento y la caza sobre los árboles, y actualmente usado como órgano para manipular bambú. Para alimentarse, el panda manipula los tallos de bambú con sus patas delanteras, pero los carnívoros carecen de dedos oponibles y la disposición paralela y rígida de sus dedos haría muy difícil que su mano evolucionara como la nuestra. Esto no habría sido problema para un diseñador inteligente, pero la selección natural trabaja con lo disponible, en este caso, un pequeño hueso de la muñeca, el sesamoide radial, se agrandó y alargó, modificándose simultáneamente los músculos asociados y formando así un mecanismo equivalente a un pulgar.

Formas biológicas

La evolución biológica, basada fundamentalmente en la selección natural, no posee una trayectoria predeterminada. Contra lo que habitualmente se piensa, no sólo elimina mutaciones perjudiciales y favorece a las favorables, también las integra, las distribuye en conjuntos adaptativamente coherentes, como respuesta a los desafíos del entorno, orienta al azar y elabora, lenta y progresivamente, estructuras más complejas, órganos nuevos y nuevas especies. En muchos casos mejora grados adaptativos, pero no origina caracteres “perfectos” como lo haría un diseñador omnipotente. La selección natural solamente utiliza la variabilidad hereditaria disponible, la correlación genética no optimiza a todos los caracteres implicados, origina adaptación, pero no perfección.

Una rotación curiosa, inexplicable por el diseño inteligente, es el de los peces planos. La forma corporal hidrodinámica de un pez típico resulta de una selección que favorece la natación más eficiente. Algunas especies como lenguados, rodaballos y platijas, han cambiado sus hábitos, transformándose en peces poco nadadores que habitualmente yacen en el fondo sobre un lado, al acecho de alguna presa. Sus larvas son simétricas y no están ligados al fondo, pero en el desarrollo sufren cambios que incluyen la migración alrededor de la cabeza de uno de sus ojos desde lo que será el lado inferior hacia su posición final, el futuro lado superior, y el cuerpo se pigmenta hasta conseguir imitar casi a la perfección el fondo. Sin embargo, la boca no se coloca debajo, queda torcida en una posición poco eficaz en la alimentación. Estos cambios ocurren rápidamente, pero recapitulan aceleradamente modificaciones adquiridas evolutivamente. Ningún diseñador inteligente habría diseñado un pez plano mediante esta distorsión, que tampoco habría repetido en su desarrollo. Las rayas son también aplanadas, pero conservan su simetría. La diferencia está en su origen evolutivo: los antepasados de las rayas eran un tipo de tiburón, de cuerpo aplastado algo ventralmente, en cambio los ancestros de lenguados y afines tenían el cuerpo comprimido lateralmente, de modo que la conducta de yacer sobre un lado, disimulando su cuerpo a la vista de potenciales presas por su coloración, favoreció a ciertas anormalidades del desarrollo que en los peces convencionales son perjudiciales y eliminadas por la selección natural.

Ciertos caracteres adaptativos de nuestros antepasados, debido a cambios en las formas de vida, son actualmente imperfecciones, y ciertas características han surgido tan recientemente en la escala geológica, que ha faltado tiempo para adaptar su estructura a las nuevas exigencias[24]. El bipedismo impone tensiones a la estructura esquelética, especialmente a la columna vertebral, produciéndose con frecuencia desviaciones como cifosis, hiperlordosis y escoliosis, hernias inguinales, hernias discales, consecuencia de la adaptación incompleta de músculos y ligamentos para mantener la posición bípeda, y tendencia a desarrollar várices en las extremidades inferiores, debido al peso constante de la columna sanguínea en sus venas.

Otro aspecto deficiente en el ser humano actual es el proceso del nacimiento. La postura bípeda fue posible tras cambios que hacen que el parto sea difícil y peligroso. El bipedismo determinó que las piernas estén suficientemente cerca entre sí, reduciendo la apertura de la pelvis, y modificó la orientación de la vagina, cambiando su abertura desde una ubicación dorsal a ventral. Esto produce una serie de obstáculos que tiene que sortear la cabeza del feto a término, dificultades debidas a la forma acodada del canal del parto, por su longitud muy extendida y por la forma de sus paredes. A ello se agrega el hecho de que la evolución de la inteligencia produjo cerebros grandes y un gran tamaño craneal, la cabeza fetal es desproporcionadamente grande comparada con el conducto de nacimiento que lo conduce al exterior. Frecuentemente esto produce dificultades en el parto y aumenta el peligro de muerte tanto para la madre como para el hijo. Las crías humanas son más vulnerables, y durante más tiempo, que las de las otras especies. Los niños tardan al menos dos años en dominar a la perfección el arte de caminar, en cambio los chimpancés se desplazan sin dificultad a los pocos meses de nacidos, e incluso los humanos adultos son más propensos a lesiones accidentales.

Cambios anatómicos que permitieron el surgimiento del lenguaje humano incluyen la longitud de la faringe, y la separación del paladar blando y la epiglotis. En general los mamíferos tienen la laringe elevada, más o menos a nivel de las tres primeras vértebras cervicales, lo cual les permite respirar y deglutir simultáneamente. Hasta la edad de un año y medio, los seres humanos actuales tenemos la laringe en esa posición, como el chimpancé. Hacia los dos años la laringe desciende a nivel de las cuarta a séptima vértebras cervicales, prolongando la faringe en una caja de resonancia y permitiendo la modulación de sonidos. Por ello, en la faringe humana se entrecruzan las vías digestivas con las respiratorias. Este incómodo cruce es peligroso, puede producir la muerte si algún alimento obstruye las vías respiratorias al fallar la sincronización, pasando hacia la laringe substancias sólidas o líquidas, por causa de una risa inoportuna o por hablar mientras se come. El complejo mecanismo que aísla a ambas vías requiere sincronizar la contracción de numerosos músculos, y coordinarlos desde el bulbo raquídeo. Si esto fue diseñado “inteligentemente”, ¿por qué no hacer algo más simple y seguro, una vía respiratoria separada de la digestiva? La única explicación lógica y verificable es la historia evolutiva. Esta interconexión en los mamíferos es resultado de la transformación de los arcos branquiales, presentes en peces que tragaban aire por la boca y el oxígeno pasaba a la sangre a través de la mucosa digestiva. A partir de esa situación, cualquier aumento de superficie en la zona mejoraría la eficiencia del intercambio gaseoso. Los pulmones surgieron evolutivamente desde el esófago. Dos conductos independientes habrían sido una solución lógica, pero la selección natural no podría haberla diseñado ni previsto sus futuras consecuencias.

Los primeros cordados presentaban una boca anterior y sus flancos estaban perforados por hendiduras verticales pares, dispuestas en series a cada lado que permitían que el agua, con el oxígeno necesario, saliera del saco después de haber sido absorbida junto con las partículas alimenticias. Organismos como las ascidias conservan esta estructura simple. En los peces las perforaciones laterales se sitúan sobre pares de hendiduras que comunican la faringe con el esternón y en las larvas de anfibios también conservan su función respiratoria. En peces y anfibios los bordes forman branquias plumosas, con abundante irrigación sanguínea, produciéndose allí el intercambio de oxígeno entre la sangre y el medio externo. Existen peces que respiran aire y no poseen pulmones. Generalmente viven en aguas continentales que se encuentran en reposo en climas cálidos, donde hay baja concentración de oxígeno. Algunos utilizan sus branquias modificadas, otros respiran a través de la membrana bucal, delgada y bien irrigada; los hay que utilizan la vejiga natatoria, la región opercular o su intestino. En todos estos casos la selección natural ha hecho posible la utilización de órganos preexistentes cuya función original era otra, pero el resultado ha sido deficiente porque aunque el órgano ha adoptado una nueva función sigue presentando la misma disposición de sus vasos sanguíneos, lo cual implica mezcla de sangre rica en oxígeno con sangre desoxigenada, y por lo tanto la tasa de difusión de oxígeno desde la sangre hacia los tejidos está reducida. Tras la conquista del ambiente terrestre, los pulmones, formados como un divertículo del tubo digestivo, reemplazaron funcionalmente a las branquias. Sin embargo, en los embriones de todos los vertebrados terrestres, incluyendo humanos, la faringe conserva algún tiempo su estructura original, muestra vestigios inequívocos del pasado acuático. Aunque reptiles, aves y mamíferos nunca poseen respiración branquial, en su desarrollo embrionario presentan hendiduras branquiales no funcionales. Las tortugas acuáticas extraen el oxígeno del agua a través de la mucosa bucal, mucosa rectal o la piel.

Mamíferos que han vuelto al agua, como ballenas, delfines y manatíes, deben emerger cada cierto tiempo para llenar sus pulmones. ¿Por qué no se les diseñó branquias especialmente adaptadas para respirar en el agua? Porque el diseñador es la selección natural, que sólo trabaja con lo que tiene. Los peces antepasados de los vertebrados terrestres tenían branquias que utilizaban en aguas ricas en oxígeno y pulmones que utilizaban para respirar aire en aguas pobres en oxígeno[25]. Los anfibios adultos comenzaron a vivir en tierra, y mantuvieron las branquias sólo durante la etapa embrionaria, y en los reptiles las branquias, innecesarias, desaparecieron por selección natural, y no pueden recuperarlas. Un creador inteligente partiendo de cero podría habernos dotado a todos los vertebrados terrestres de pulmones y branquias de emergencia, evitando el ahogamiento de las personas mientras se bañan en ríos y mares.

Los embriones humanos, y de otros mamíferos, con unas pocas semanas de desarrollo, presentan rasgos no funcionales, similares a los de los peces. El cierre imperfecto de las hendiduras branquiales embrionarias produce quistes o fistulas cervicales. Hay una prolongación de la sección final de la médula espinal, y el sistema circulatorio tiene un corazón con dos cavidades, una arteria caudal y vasos sanguíneos parecidos a los seis arcos aórticos que conducen sangre a los arcos branquiales. Los embriones de todos los vertebrados terrestres tienen una unión en las arterias coronarias, entre los arcos branquiales tercero y cuarto, lo que es típico de peces. Esta unión no existe en el ser humano adulto, cuyo corazón presenta cuatro cavidades y el sistema circulatorio tiene las características típicas del de los mamíferos. En algún momento de su desarrollo, los embriones de mamíferos poseen riñones del tipo pronefros, propios de los peces. Todo esto demuestra que todos los mamíferos descendemos de antiguos peces, que sucesivamente originaron a los anfibios y a los reptiles.

Podemos preguntarnos por qué las tortugas acuáticas son ovíparas, y no vivíparas como los delfines o como ciertos reptiles terrestres. Cuando salen a tierra a desovar corren algún peligro y éste es mayor para las crías recién nacidas, que deben volver al mar rápidamente, y son atacadas por numerosos predadores al acecho. Si viven casi todo el tiempo en el agua, donde se aparean y permanecen los machos, ¿por qué el “diseñador inteligente” no les desarrolló una forma de reproducción vivípara, que sería sin duda mucho mejor? Porque la evolución es ciega y trabaja sobre lo disponible. Si existe un creador inteligente, ¿Por qué no creó una naturaleza en la cual todos los organismos fuesen autótrofos, todos pudiesen fabricar sus nutrientes a partir de materias inorgánicas, sin necesidad de agredirse y comerse entre sí? No existiría hambre en el mundo si el “diseñador inteligente” hubiese dotado a los humanos de una determinada enzima digestiva que nos permitiera digerir la celulosa y alimentarnos de pasto y papel.[26]

Referencias y ligas externas

(Nota de la administración) Algunas ligas podrían estar rotas o algunos videos pueden haber sido eliminados.

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