Conspiración farmacéutica

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La conspiración farmacéutica o conspiración Big Pharma, según la cultura pop dicta que las grandes compañías farmacéuticas saben todo acerca de las curas naturales y simples para todo, incluidos el SIDA y el cáncer, pero que las están cubriendo celosamente.

Antecedentes

Si una persona tiene la mala suerte de contraer alguna enfermedad terminal, lo mejor que los médicos le prescribirán es un medicamento patentado y sintético que se vende con grandes ganancias para el laboratorio farmacéutico que lo creo. No funcionará tan bien como lo haría un tratamiento natural, pero está bien, porque significa que pueden vendérselo una y otra vez, hasta que finalmente muera o, por casualidad se cure. Así mismo, podrían recetarle medicamentos que según la FDA, son clasificados como medicinas no mejores que las que ya se encuentran en el mercado para el tratamiento de ciertas enfermedades. Las personas que creen esto, son víctimas de una de las teorías de conspiración más populares y que entra en la categoría de las conspiraciones en Medicina.

Big Pharma

Se conoce como Big Pharma a una supuesta entidad abstracta compuesta por corporaciones, reguladores, ONGs, políticos y, a menudo, médicos, todos con un dedo en el pastel de los millones de millones de dólares por recetas en favor de los medicamentos vendidos por la industria farmacéutica. Los teóricos de las conspiraciones simplifican enormemente lo que es, en realidad, una industria complicada llena de roles e intereses conflictivos. Unirlos a todos en una sola entidad los convierte en un 'ellos' proverbial a quien es fácil señalar con un dedo acusador.

La conspiración farmacéutica básicamente dice que las compañías farmacéuticas suprimen las curas naturales fundamentándose en el principio de que no son patentables y, por lo tanto, no son rentables para venderse; por lo que en su lugar distribuyen solo medicamentos patentados, caros y menos efectivos. Esto les permite mantener las ganancias, y dado que los medicamentos son menos efectivos, mantiene a los pacientes lo suficientemente enfermos como para requerir cada vez más productos costosos.

Más familiar es la afirmación de que existe una cura perfecta para el SIDA y para todo tipo de cáncer, pero Big Pharma la suprime porque si todos estuvieran libres de cáncer destruiría su rentable negocio de cáncer y SIDA. Un corolario va un paso más allá al afirmar que las compañías farmacéuticas realmente crean algunas de las enfermedades que hacen que sus productos sean necesarios, más o menos como funciona la pseudoteoría de que las compañías productoras de software antivirus, Norton y McAfee, son quienes crean los virus informáticos para luego vender su producto.

Refutación

Una evidencia que sugiere que la supuesta Gran Conspiración Farmacéutica podría no ser tan exitosa como afirman sus creyentes es que las conspiraciones reales se descubren y erradican en la industria todo el tiempo.

Uno de los casos más famosos se relaciona con la heparina, un anticoagulante que se usa ampliamente en cirugía y diálisis. La mayor parte proviene de proveedores en China, donde es extraída de intestinos de cerdo. Puede costar 900 dólares la libra. En 2007, algunos proveedores chinos comenzaron a reducir el costoso producto con un medicamento diferente que cuesta solo el 1% y que parece producir un efecto similar, pero con efectos secundarios diferentes e impredecibles. De repente, la gente comenzó a morir en la mesa de operaciones y sufría reacciones alérgicas graves, y todo se remontó a esta heparina contaminada.

La FDA ordenó que se retirara toda la heparina, lo que resultó en una escasez catastrófica. Al carecer de capacidad de aplicación dentro de China, la FDA estableció nuevos y rigurosos estándares de prueba para las compañías que vendían heparina, trasladando la carga de los proveedores chinos a los distribuidores estadounidenses. La Industria Farmacéutica bien pudo beneficiarse de miles de millones vendiendo la versión contaminada, más barata pero peligrosa, pero lo que hizo fue derribarlo y ponerle fin.

Otra evidencia de que la Industria Farmacéutica no suprime las curas naturales es que los productos naturales están ampliamente disponibles; cualquier persona puede comprarlos en cualquier supermercado.

Los reguladores no detienen esto, excepto en los casos en que el producto sea tóxico. Lo máximo que pueden hacer es exigir a los vendedores que incluyan la exención de responsabilidad junto con su etiquetado para lo que afirman que hace el producto:

Estas declaraciones no han sido evaluadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos. Este producto no está destinado a diagnosticar, tratar, curar ni prevenir ninguna enfermedad.

La conclusión es que la Industria Farmacéutica podrá no ofrecer un producto natural que cure todos los cánceres, pero tampoco hacen nada para evitar que alguien fuera de su industria lo haga.

Kent Hovind promocionando el laetrilo (Vitamina B17).

El Laetrilo es un ejemplo de un producto que se vendió ampliamente como una cura para el cáncer hasta que fue prohibido por la FDA. El motivo de la prohibición fue que los extensos ensayos clínicos a lo largo de los años setenta y ochenta demostraron que no tenía ningún efecto sobre el cáncer, excepto para causar envenenamiento por cianuro que a veces era fatal.

Pero los verdaderos creyentes todavía son capaces de encontrar el laetrilo; se puede comprar en línea y en clínicas, principalmente en México. Hoy en día, generalmente se vende como 'amigdalina' o 'vitamina B17', a pesar de que no es una vitamina y no existe la B-17 en la serie de vitaminas del complejo B. Casos como este, donde el producto es abiertamente tóxico, son en realidad los únicos que se pueden encontrar de un producto que suprime la Industria Farmacéutica. El Charlatán de Kent Hovind lo sigue promocionando para el cáncer.

Los estadounidenses gastan casi exactamente la misma cantidad de dinero en medicamentos farmacéuticos aprobados por la FDA que en medicamentos no aprobados, básicamente suplementos alimenticios, vitaminas y todos los demás remedios herbales o naturales. En 2017 se han gastado cerca de 40 mil millones de dólares en medicamentos no aprobados, un número que crece con fuerza cada año.

Una suposición es que Big Pharma no vende compuestos naturales o compuestos que no pueden patentar. Ambas cosas son falsas. Casi todas las investigaciones en la industria farmacéutica comienzan en un laboratorio con una placa de Petri, una incubadora y algún compuesto encontrado en la naturaleza. Esta es la razón por la cual todas las compañías farmacéuticas tienen estaciones de investigación en todo el mundo, atendidas por biólogos moleculares que están recolectando compuestos para estudiar y para probar contra agentes patógenos para ver cuáles tienen potencial de desarrollo en un producto.

Rara vez se puede vender un compuesto natural tal como se encontró en la naturaleza, porque para cumplir con el control reglamentario, debe purificarse y la dosis debe controlarse y estandarizarse. La mejor manera de hacer esto es encontrar la manera de sintetizar la molécula del principio sospechado activo en un proceso controlado. Al hacer esto, las píldoras que salen de la línea de montaje serán homogéneas en pureza y con la dosis exacta que cada una contiene. Curiosamente, los activistas anti-farma tienden a ver esto como algo negativo, prefiriendo en cambio poner toda su fe en una versión que no ha sido sometida a ningún control de calidad, ni de fabricación. Por lo tanto, la afirmación de que la Industria Farmacéutica no vende productos naturales o fármacos derivados de productos naturales es falsa.

Es igualmente falso que no vendan nada que no puedan patentar. Obviamente prefieren productos patentados que les permitan monopolizar el mercado por un tiempo, pero esto no es exclusivo de la industria farmacéutica. Es la práctica comercial estándar en todas las industrias, incluso en la industria de suplementos naturales, donde una lectura rápida de muchas botellas de píldoras revela que la formulación está patentada.

Y, por supuesto, las patentes no duran para siempre. Un gran segmento de la industria farmacéutica se dedica a la fabricación y venta de genéricos, o incluso solo productos como la aspirina. La patente de aspirina expiró durante la Primera Guerra Mundial, pero sigue siendo un producto muy rentable, y es vendida por prácticamente todas las grandes compañías farmacéuticas.

Los daños de creer en la conspiración de Big Pharma

Una cosa es creer en las teorías de conspiración de que todos los líderes mundiales son alienígenas reptiles en disfraces electrónicos, o que la Fuerza Aérea hace experimentos con extraterrestres capturados en el Área 51, porque esas no impactan las vidas de adultos inteligentes en el mundo real. Pero la Conspiración Farmacéutica sí. Sugiere, habilita y alienta la desconfianza en la profesión médica. Obviamente, eso es malo para la salud pública. Conduce a las personas hacia aquellos charlatanes de medicinas alternativas como Ryke Geerd Hamer y su Nueva Medicina Germánica poniendo en peligro su vida.

La mayoría de las personas muere en un hospital, sometiéndose a tratamiento para cualquiera que sea su condición terminal. Por lo tanto, siempre habrá una tentación, para los desconfiados de la ciencia, de culpar al tratamiento médico por la muerte en lugar de a la enfermedad que se estaba tratando.

Una persona puede o no use medicamentos farmacéuticos. Eso es una decisión de esa persona en particular y no debería afectar a nadie más que a ella. Pero el tráfico de conspiraciones antifarma afecta a otras personas; así que todas las personas deberían tomarse la molestia de informarse mejor antes de salir a difundirlas.[1]

Referencias y ligas externas

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  1. Dunning, Brian (2017) «The Big Pharma Conspiracy». Skeptoid Podcast. Skeptoid Media. Vía: skeptoid.com.