Combustión humana espontánea

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La combustión humana espontánea (también conocida como combustibilidad preternatural) es un término que se refiere a la supuesta quema de los cuerpos humanos sin ninguna fuente externa de ignición aparente y sin importar si el sujeto estaba vivo o muerto al ocurrir el evento. Éste fenómeno ha sido un concepto polémico en los últimos años con muchos débiles argumentos a favor. Sin embargo, a pesar del considerable escepticismo en cuanto a su existencia, sigue siendo aceptado en los entornos médico-legales occidentales contemporáneos.

Antecedentes

Por ejemplo, en 2011 se informó por los medios de comunicación del Reino Unido que un médico forense de Irlanda había hecho este hallazgo en la muerte de Michael Faherty, un hombre de 76 años de edad, quien fue encontrado incinerado en su casa de Galway: Este fuego fue completamente investigado y me quedo con la conclusión de que esto encaja en la categoría de la combustión humana espontánea[1]. En septiembre de 2017, y a diferencia de la mayoría de los casos en que la combustión ocurre en cuartos de casa, John Nolan, un pensionado de 70 años se incendió en un lugar abierto y frente a varios testigos en la zona Norte de Londres. Igual que con otros casos, Nolan no tenía aceleradores en su cuerpo, y los investigadores del Servicio de Bomberos no encontraron ninguna fuente de ignición. El señor Nolan fallecería en el hospital momentos después.

El Middlesex Medical Journal ya había sugerido en 1937 que cuando se encuentran casos es útil hacer un diagnóstico inmediato, aunque sólo sea para impresionar al médico forense.

Hasta el momento, la realidad de este fenómeno ha sido discutido en gran medida por los patólogos forenses y científicos, y su autenticidad ha sido puesta en duda. La literatura antigua es difícil de analizar desde un punto de vista científico, ya que los casos reportados son a menudo mal documentados, y el análisis se hace a menudo desde un punto de vista religioso o místico.

Historia

Las descripciones de la combustión humana espontánea se remontan al siglo XVII, con un marcado incremento en los casos en los comienzos del siglo XIX, predominantemente en Francia.[2] Sin embargo, no todo el mundo, en el momento, estaba convencido de la validez del diagnóstico. Por ejemplo Johann Casper, profesor de Medicina Forense de la Universidad de Berlín y miembro de la Real Junta Central Médica de Prusia, comentó en 1856 que era una de las fábulas más tontas, y que los detalles de todos los casos registrados de combustión espontánea han sido transmitidos por curas, barberos-cirujanos y rústicos. También consideró, un tanto despectivamente, que Francia era el el lugar de nacimiento real de la 'combustión espontánea' debido a la credulidad de la población.[3]

Imagen de la "Casa desolada" (Bleak House, publicada en veinte entregas entre marzo de 1852 y septiembre de 1853), la novena novela de Charles Dickens

En la literatura

La combustión espontánea ha aparecido en la literatura y el caso más conocido es el del señor Krook en la novela La Casa desolada de Dickens. Otros autores del siglo XIX como Marryat, Zola, y De Quincy también mencionaron el fenómeno, pero la descripción más gráfica fue la de Herman Melville, en Redburn, su primer viaje, donde se lee que un marinero borracho estaba acostado en su litera cuando dos hilos de fuego verdoso, como una lengua bífida, salieron como una flecha de entre sus labios; y en un momento, sobre el rostro cadavérico se arrastraron un enjambre de llamas semejantes a gusanos...

En el pasado, la combustión espontánea humana se consideraba un evento sobrenatural dirigido especialmente a castigar a las mujeres obesas e intemperantes.[4] También se consideró que, tal vez, los movimientos de los humores vitales o partículas de la sangre dentro del cuerpo pueden a veces generar el Ignis elementaris o fuego innato, que podría provocar una conflagración espontánea.[5] Los intentos posteriores para abordar el tema de forma más científica evocaron una variedad de posibilidades que van desde la ignición espontánea de fosfatos corporales hasta los efectos de la electricidad estática o relámpagos.[6] Se ha sugerido que, en ciertos casos, el gas gástrico y el gas intestinal cuando se ponen en contacto con el aire atmosférico, se ha observado que se vuelven inflamables. Indicó que la producción de gas de hidrógeno es un hecho tan conocido como para ser objeto de dudas. Se sabe que [la producción de hidrógeno] tendrá lugar a diario en el canal intestinal. Esto podría conducir a algo que curiosamente denomina eructos ardientes, señalando que es más común en las latitudes del norte.[7]

La ciencia forense y casos

La combustión humana espontánea parece ser un evento muy raro en la práctica forense. Sin embargo, algunos libros de texto mencionan casos más o menos documentados.

En Francia, la primera observación registrada ocurrió en París en 1663: Thomas Bartholin, un anatomista danés (citado por de Moulin y Bondeson[8][9], describió en 1663 la combustión espontánea de una anciana francesa adicta a las bebidas fuertes. Probablemente esta fue la primera vez que la combustión humana espontánea fue reportada por un científico.

El primer caso francés documentado se remonta al año 1725 en Reims. Jean Millet, un posadero, fue acusado de haber asesinado a su esposa y luego haberla incinerado en su chimenea. Le Cât, un médico francés conocido por la realización de exámenes forenses, llegó a la conclusión de que fue una combustión espontánea. Sin embargo, Le Cât sugirió un origen divino al fuego, un castigo para la esposa por su consumo excesivo de alcohol.[10]

En 2006, en la pequeña localidad del Centro de Francia un hombre se perdió y no hubo noticias de él durante 48 horas. El hombre divorciado de 57 años vivía de la asistencia social y era conocido por su adicción al alcohol y el tabaco, su carácter violento y su falta de habilidades sociales. El cuerpo fue encontrado cerca de una pila de periódicos, una silla de paja, y varios otros objetos. La estufa de leña en las inmediaciones se había consumido. Algunas botellas de plástico se habían derretido un poco, el periódico había amarilleado, y se ennegrecieron los objetos en los alrededores, pero no estaban quemados. La silla de paja estaba intacta.

El historial médico fue difícil de reconstruir, pero la víctima parecía sufrir de enfermedad coronaria, hipertensión e insuficiencia cardíaca crónica.

Relevancia médico-legal de la combustión humana espontánea

La relevancia primaria se refiere a la determinación de la causa de muerte de un individuo. Es importante tener en cuenta que la incineración completa (y desaparición) de parte de un cuerpo no es necesariamente la consecuencia de una intervención puramente externa. Esto se ilustra con un caso reportado en 1991, que involucró a un hombre inconsciente que fue transportado a la sala de emergencias de un hospital en Boston.[11]

Justo cuando fue colocado en la mesa de examen, y antes de que pudiera ser desnudado, el paciente tuvo una convulsión tónico-clónica, batiendo el aire con sus brazos y golpeando sus muslos. En cuestión de segundos, los médicos se sorprendieron al ver un rastro de humo que salía del abdomen del hombre. Afortunadamente, el fuego se extinguió rápidamente. Resultó que sencillamente, el fuego se inició por una caja de cerillos dentro de uno de sus bolsillos y que fue golpeada durante la convulsión. De este modo se evitó un incidente que de otro modo podría haberse convertido en un nuevo caso de "combustión humana espontánea".

La composición del cuerpo humano no es homogénea. Existen tres componentes principales combustibles dentro de un cuerpo y no se distribuyen uniformemente:

  1. Los tejidos blandos, especialmente la piel y las vísceras, son capaces de quemarse cuando se deshidratan y se exponen a una llama directa.
  2. Los huesos, y más específicamente la médula ósea y la grasa.
  3. Y, sobre todo, la grasa corporal.

Variables

Características

Medio ambiente del cuerpo.

Intacto o casi intacto. Objetos inflamables no quemados. No hay combustible que explique las quemaduras. Fuente de calor en la zona (aunque puede haber desaparecido).

Ropa

Algunas partes de la ropa totalmente destruidas. Otras partes intactas, especialmente los calcetines y zapatos.

El cuerpo

Algunas partes del cuerpo totalmente destruidas (en cenizas), generalmente el tercio medio. Otras partes intactas o casi intactas, como la cabeza, los brazos, las partes distales de las piernas.

Hallazgos de la autopsia

La quema se produjo después de la muerte. Causa de la muerte: ataque al corazón, accidente cerebrovascular, coma etílico... Sin asalto.

Toxicología

Usual ausencia de monóxido de carbono, cianuro. A menudo, alto nivel de alcohol en la sangre (a veces se toma de las piernas intactas).

Histopatología

No hay reacción inflamatoria en piel quemada, laringe, tráquea, pulmones... Otra causa de muerte diferente del incendio.

Evaluación de un incendio provocado

Fuente de calor cerca del cuerpo (por lo general, no una llama), o la víctima es un fumador; a menudo la fuente de calor externa ha desaparecido (consumida en el fuego o combustión subsiguiente). No hay combustible que explique el fuego. No hay contenedor de combustibles en las proximidades.

Investigación

El homicidio definitivamente debe ser discutido y descartado.


Los supuestos casos han tenido características muy destacables. Las víctimas suelen ser mujeres caucásicas de edad avanzada, con sobrepeso, socialmente aisladas y que han consumido una gran cantidad de alcohol.[12] Dado este perfil de víctima, es sorprendente que no se haya informado más a menudo en el contexto del síndrome de Diógenes (un trastorno del comportamiento que afecta, por lo general, a personas de avanzada edad que viven solas. Se caracteriza por el total abandono personal y social, así como por el aislamiento voluntario en el propio hogar y la acumulación en él de grandes cantidades de basura y desperdicios domésticos). Curiosamente, mientras que ciertas partes del cuerpo (por lo general el torso) se han reducido a cenizas, otras áreas como las extremidades distales y la cabeza se conservan. Esto también se aplica a las prendas de vestir y objetos adyacentes tales como muebles, lo que ha llevado al escepticismo en cuanto a cómo se podría generar el calor suficiente para reducir partes de un cuerpo a cenizas, y sin embargo dejar tejidos y materiales sin tocar. Una capa oscura y grasienta de hollín en las paredes son un hallazgo típico.

Al igual que con todas las muertes por incendios, la posibilidad de un homicidio encubierto siempre debe ser considerado seriamente y el examen de la escena es importante cuando se busca evidencia de entrada forzada o robo. Del mismo modo, en la autopsia, la evidencia de lesiones no relacionadas con fuego debe ser juiciosamente buscada. La ausencia de hollín en la tráquea y los bajos niveles de carboxihemoglobina en la sangre pueden sugerir que el difunto ya había sido asesinado o que hubo muerto por alguna otra causa, como una cardiopatía isquémica o epilepsia y que las quemaduras se habrían producido después de la muerte.

Posible explicación

Ahora se acepta que, en determinadas circunstancias, un cuerpo puede quemarse por combustión de su propia grasa, con poco o ningún daño a los alrededores cercanos, y que dicha combustión nunca es "espontánea", sino que el fuego inicia debido a una fuente externa. En algunos casos el cuerpo se encontró en el hogar de una chimenea; en tales casos, la oxigenación es buena, la corriente de aire del ducto evita la formación de humo y, ciertas circunstancias particulares favorecen la combustión. Nada hay aquí extraordinario o sobrenatural.

Para probar esta teoría, Gee diseñó un modelo experimental de combustión humana espontánea en 1965. Alrededor de un tubo de ensayo, que asegura la integridad del sistema, envolvió una capa de grasa humana, a continuación, una capa de piel, y finalmente varias capas de ropa ligera. Encendido por un extremo con la llama de un mechero Bunsen, este modelo siguió siendo consumido lentamente produciendo una gran cantidad de hollín.

Esto hizo posible demostrar el carácter exotérmico de dicha combustión. Una temperatura de 250 °C es necesaria para encender la grasa corporal; sin embargo, 'una mecha de tela en grasa líquida se quemará, como una lámpara, incluso cuando la temperatura de la grasa haya caído tan bajo como 24 °C. Aunque la fuente de calor no subsista, continuará 'ardiendo', produciendo una temperatura de los mismos 24 °C, un fenómeno lento y pasivo. Por eso se le llama "efecto mecha" o "de vela". La fuente externa que inició el fuego puede desaparecer durante el proceso de combustión, lo que explica la ausencia de una fuente de calor cuando se descubrió el cadáver.

Efecto mecha

Una de las hipótesis modernas más favorecidas es la llamada el efecto mecha o de la vela, donde un cuerpo, envuelto en ropa de cama, arde a temperaturas relativamente bajas con la grasa saliendo por la piel rota hacia la tela adyacente.[13] Se ha demostrado que una mecha de tela en grasa humana derretida puede continuar quemándose a temperaturas tan bajas como 24 °C,[14] lo que se propone como una explicación para la limitación del tamaño del incendio y la preservación de las partes del cuerpo adyacentes y la ropa. Hay otra evidencia experimental para apoyar esta hipótesis. Si bien se sugiere que el consumo elevado de alcohol puede exacerbar este efecto, se ha cuestionado si la cantidad de alcohol en un cuerpo sería suficiente para soportar la combustión, especialmente teniendo en cuenta la cantidad de agua en los tejidos y órganos corporales (75%). La posibilidad de que el alcohol se derrame sobre la ropa y que actúe como un acelerador puede, sin embargo, ser probable, sobre todo si el difunto había estado fumando.[15] Las personas de edad avanzada, aisladas y con deterioro cognitivo estarían en riesgo particular.

Debido a las características típicas y a la posibilidad de un efecto mecha, se ha sugerido en la literatura que pueden haber habido 100 a 200 casos reportados a nivel mundial. Existen autores que han llegado a sugerir, sin embargo, que el término combustión corporal aislada sería preferible ya que hay siempre una fuente externa de calor para hacer arder el cuerpo. Esto último incluye fósforos, velas, cigarrillos y estufas. Gromb y colegas también han comentado: tal combustión nunca es 'espontánea', sino que es iniciada por una fuente externa de fuego.

Una pregunta que debe hacerse es ¿por qué este fenómeno sólo se ha descrito en los seres humanos y no en otras especies animales? Los seres humanos no son fisiológica y ni anatómicamente diferentes a otros primates, y sin embargo, no hay nada en la literatura sobre simios incinerados encontrados en tales circunstancias. Un gran número de primates se mantienen bajo vigilancia estrecha en zoológicos y centros de investigación en todo el mundo, por no hablar de los parques nacionales, mas sin embargo, ni una sola vez se ha descrito una forma espontánea combustión en estos animales. Si aceptamos, por razones de argumento, que la combustión humana espontánea puede ocurrir por cualquier razón, parece ser que es un fenómeno exclusivamente humano que no está relacionado con la anatomía, la fisiología o la bioquímica. Esto sugiere que los factores ambientales subyacentes son más importantes.

Otro punto llamativo es que no ha habido testigos del inicio de estos incendios (fuera de la creación literaria). Por lo tanto, si la observación ha impedido la combustión, esto sin duda sería más acorde con una causa externa del fuego. El hecho de que la fuente externa pueda ser destruida en el incendio es quizás más probable que un acontecimiento espontáneo (Navaja de Occam). Un caso ilustrativo es el de un varón, alcohólico, que en un servicio de urgencias hospitalario desarrolló unas convulsiones inusuales, seguido por humo que salía alrededor de su abdomen. Un examen más detallado reveló de dos cerillos chamuscados en el bolsillo que se había frotado entre sí durante la convulsión y se enciendieron.[16] Este es un excelente ejemplo de cómo un caso podría ser mal interpretado como de combustión espontánea si el evento hubiera ocurrido mientras el paciente estaba solo.

Dada la falta de una explicación plausible para apoyar un evento comburente espontáneo interno en estos casos, y la probabilidad de que una fuente externa de ignición estaba presente que fue, o pasado por alto en la escena o destruido por el fuego, parecería razonable a relegar combustión humana espontánea a la categoría de mito urbano. O, en palabras de hace más de un siglo y medio atrás, de Casper "es de esperar que ya no vamos a oír más (de la combustión espontánea) en relación con la ciencia de la jurisprudencia médica". Eso no es para negar que pueden ocurrir raras muertes por incendios ocasionales que tienen las características típicas indicadas anteriormente - ya que no hay duda de que los seres humanos entran en combustión. Sin embargo, en realidad, no hay necesidad de evocar actividades sobrenaturales, o los efectos potencialmente explosivos del excesivo hidrógeno intestinal.[17]

Ignición sostenida

Desde un punto de vista de la dinámica del fuego, para conseguir un consumo significativo de los músculos y de los principales tejidos blandos requiere un fuego sostenido, pero no necesariamente un gran incendio. Las pruebas realizadas han demostrado que un cadáver humano vestido con ropas de algodón y cubierto con una manta de algodón empieza a arder solamente por llama directa y si se le permite arder hasta el final puede mantener la combustión de 6 a 7 hr resultando en el consumo del 75 al 80% en peso dejando sólo los restos de gran parte del esqueleto.[18][19] Durante ese tiempo, la combustión se sustenta en gran medida por la grasa corporal subcutánea (con un calor de combustión de 32 a 34 kJ/g) derritiéndose y quemándose a partir de una mecha porosa (ropa chamuscada, ropa de cama, alfombras, o madera desnuda. Durante este tiempo, la velocidad de liberación de calor (tamaño) del fuego es muy pequeña (menor que la de un fuego en una papelera de oficina). Tal fuego sólo necesita un modesto suministro de aire (incluso una puerta cerrada permite la suficiente entrada de aire en la mayoría de las habitaciones residenciales). El fuego se limita al entorno inmediato del cuerpo, que es donde la grasa derretida puede ser encendida. A menos que haya combustibles inmediatamente adyacentes a las pequeñas llamas, el fuego no se extenderá a otros lugares. Es debido a que sigue siendo un fuego pequeño que puede pasar inadvertido durante horas. Incendios mayores alimentados por la tapicería sintética en los muebles modernos son detectados más fácilmente por las personas que llaman al servicio de bomberos para extinguir el fuego antes de que el daño pueda hacerse extensivo a la masa del cuerpo. Es de notarse que muchos de los casos de supuestas combustiones espontánneas humanas en realidad suelen ser muertes por incendios accidentales "normales".

Los investigadores de incendios y los médico-legales deben estar conscientes de los mecanismos de calor, fuego, y de combustión. Un fuego que consume un cuerpo se limita a la grasa subcutánea, que es el mejor combustible disponible y está limitada por tamaño y capacidad de ignición de los combustibles cercanos. La grasa corporal normalmente no se quema como un fuego de charco, pero necesita una mecha porosa para suministrar continuamente el combustible adecuado. La naturaleza de la ropa, ropa de cama o tapicería en contacto con el cuerpo es fundamental para el proceso. Los tejidos y materiales sintéticos se encienden con facilidad, pero tienden a derretirse mientras se queman y no crean una matriz porosa para mantener el flujo capilar de la grasa derretida. Las fibras naturales, como el algodón y la lana, arden dejando una matriz porosa y rígida, ideal para el efecto mecha. Donde termina el material de mecha (como en los puños o mangas), o no hay suficiente combustible -grasa- (por ejemplo, en las manos, los pies y los tobillos), la combustión se ve auto limitada. Esto a veces puede dar lugar a la apariencia inusual de los tejidos del torso, los brazos y las piernas superiores que son fuertemente consumidos, dejando intactos cabeza, manos y pies.

Mientras que la fuente de ignición real puede haber sido ocultada (o consumida) por las llamas, o por el apagado del fuego, o incluso estar a cierta distancia de la ubicación final del cuerpo (ya que la víctima, todavía consciente, intentaría apagar el fuego antes desplomarse), debe notarse que tales igniciones nunca son espontáneas. No existen mecanismos químicos o biológicos identificables que sean suficientes para encender los componentes químicos relativamente benignos de un cuerpo humano. No deben citarse casos "históricos" extraídos de las novelas de ficción como apoyo para este tipo de mecanismos ya que es un serio error científico. Se puede confiar en que los descubrimientos científicos de este siglo ayudarán a clarificar la realidad.

Conclusión

Todas las características presentadas se pueden explicar por el "efecto mecha" y otras observaciones relacionadas. El alcance de la destrucción corporal es el resultado de al menos uno de los muchos posibles factores. Varios estudios han sugerido que el propio organismo proporciona el combustible en la forma de grasa, y DeHaan y colegas demostraron que la combustión de la grasa animal, con la ayuda de una mecha externa, es capaz de consumir 3.6- 10.8 kJ / h. Por otra parte, dado que muchas de las víctimas son descubiertas en camas o sillas, la dinámica de los incendios en estas zonas, según lo observado por DeHaan, pueden conducir a una mayor cantidad de destrucción de lo esperado. DeHaan también demostró que estos incendios, aunque destructivos, permanecerán localizados y no involucran los combustibles en los alrededores. Dado que la grasa es el combustible primario en estos incendios, la distribución de la grasa en el cuerpo humano explica el patrón de destrucción corporal. El residuo que a veces es reportado que se adhiere a los muebles circundantes y a las paredes puede explicarse por las propiedades de la quema de grasa.

Osteoporosis

En su tesis de maestría, la antropóloga forense Angi M. Christensen realizó experimentos sobre la combustibilidad del cuerpo humano y los resultados obtenidos desmitifican totalmente varios otros factores previamente inexplicados o atribuidos a fuentes paranormales o inusuales. Al examinar el perfil de la víctima de combustión humana espontánea, señaló que este perfil es muy similar al de las personas en riesgo de osteoporosis. La suposición de que las personas con osteoporosis son más propensas a ser víctimas de este grado de la cremación se explica tanto por el perfil de la víctima como de la distribución mundial de los casos. También explica el grado de destrucción ósea, que anteriormente se consideraba demasiado extensa para ser debida a causas científicamente explicables. Además, el resultado del experimento de combustión de tejido demostró la anterior sospecha del calor bajo detrás de la combustión de los tejidos corporales humanos.

La hipótesis del "efecto mecha" se presta a la investigación científica, y de hecho, parece que en verdad ha cumplido con los criterios establecidos para una teoría científica: se han observado y documentado aspectos de los incendios; fueron estudiadas varias predicciones basadas en esta hipótesis en comparación con el conocimiento establecido, las investigaciones anteriores y los experimentos llevados a cabo aquí; además, cada una de estas pruebas apoyaron la hipótesis, mientras que ninguna ha sido refutada. Por otra parte, dada la objetividad, la replicabilidad y la fiabilidad de estas pruebas, parece apropiado elevar la hipótesis a la categoría de teoría, hasta el momento en que alguna otra prueba sea compatible con lo contrario o hasta que se proponga una hipótesis diferente con más poder explicativo.

Hay varias características (ocasionales) reportadas que esta teoría no explica como aquellos casos en que se ha observado que ocurre de forma instantánea o cuando se ha informado de que ninguna fuente de ignición exterior era posible. Es importante recordar, sin embargo, que en muchos casos reportados de combustión humana espontánea, los datos son lamentablemente deficientes, y gran parte de los datos que está disponibles son, en gran parte, anecdóticos. Estas características reportadas, por tanto, se sospecha que son exageradas, mal documentadas o inexistentes.

¿Por qué las mujeres mayoritariamente?

Un escenario típico de una muerte por cremación exhibe características típicamente asociadas con la combustión humana espontánea: Una mujer mayor, tal vez con sobrepeso y que posiblemente ha consumido algún tipo de sedante prende accidentalmente fuego a su ropa. Su capacidad para responder de manera apropiada se ve disminuida debido a la edad avanzada, la obesidad, estupor, o todo lo anterior. Por otra parte, está sola en casa por lo que no hay nadie cerca para ayudar. A medida que el cuerpo comienza a quemarse, la grasa se funde y es absorbida por la ropa, alfombras o muebles. Esto actúa como una mecha, ayudando a mantener el fuego. Debido al sobrepeso (o al menos, la gran cantidad de grasa corporal, simplemente porque es mujer), hay combustible suficiente para mantener el fuego durante varias horas. La destrucción se concentra alrededor del torso, donde el suministro de combustible es más grande. Mientras la grasa se quema, los subproductos se condensan en los alrededores, muebles y paredes. El fuego es un pequeño y humeante, y por tanto, no se propaga. Una vez que las llamas finalmente llegan a los huesos, estos son fácilmente destruidos por su condición existente de debilidad y deterioro (osteoporosis). Después de varias horas, el suministro de combustible se agota y el fuego deja de arder.

Los seres humanos no combustionan espontáneamente, aunque son sorprendentemente combustibles dadas las condiciones descritas anteriormente. A pesar de las investigaciones, y sin duda aún en cara de estos resultados, el debate sobre la realidad de la combustión humana espontánea continuará debido al morbo de muchos con este tipo de fenómenos. Sigue habiendo publicaciones que afirman sin base que es un evento "sin" explicación científica o que los científicos están perplejos y no dan explicaciones. Nada de esto es cierto. La mayoría de los científicos probablemente prestan poca atención al fenómeno debido a que saben que no hay que recurrir a cuestiones religiosas, paranormales y a que ya existen hipótesis y teorías que explican los mecanismos involucrados.

Si se ignora la causa, como Nickell y Fischer señalan, el fenómeno está destinado a seguir siendo considerado un misterio. Se puede confiar en que los resultados de investigaciones anteriores en combinación con los resultados de los experimentos nuevos proporcionan suficiente evidencia para sugerir que estos incendios y las muertes posteriores no son el resultado de fuerzas externas misteriosas, sino más bien, por desgracia, son el resultado de accidentes trágicos seguidos de una destrucción predecible y explicable.[20]

Para conocer más, véanse los siguientes artículos relacionados

Referencias y ligas externas

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  1. Josie Ensor. Irish pensioner died of spontaneous human combustion. www.telegraph.co.uk. Sep. 23 2011.
  2. Gromb S, Lavigne X, Kerautret G, Grosleron-Gros N, Dabadie P. Spontaneous human combustion: a sometimes incomprehensible phenomenon. J Clin Forensic Med. 2000;7:29–31.
  3. Casper JL. A handbook of the practice of forensic medicine based upon personal experience. Thanatological division, vol. 1. London: The New Sydenham Society; 1861. p. 302–307.
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  20. Angi M. Christensen. Debunking the Spontaneous Human Combustion Myth: Experiments in the Combustibility of the Human Body. Tesis para maestría. Universidad de Tennessee, Knoxville. 2000. http://trace.tennessee.edu/utk_gradthes/4133