Ciencia

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Definiciones ampliadas
Ciencia

La ciencia (del latín scientĭa ‘conocimiento’) es el conjunto de conocimientos estructurados sistemáticamente. La ciencia es el conocimiento obtenido mediante la observación de patrones regulares, de razonamientos y de experimentación en ámbitos específicos, a partir de los cuales se generan preguntas, se construyen hipótesis, se deducen principios y se elaboran leyes generales y sistemas organizados por medio de un método científico. De entre las variadas empresas humanas vamos a llamar aquí «ciencia» a la que persigue explicar el acontecer del mundo que nos rodea mediante el llamado método hipotético-deductivo.

Definición

Para empezar, digamos en términos generales lo que es la ciencia. Aunque la ciencia pretenda muchas veces solucionar los mismos problemas que se plantean las otras formas de conocimiento, el saber científico se diferencia de ellas por su objetivo y por su método. Su fin u objetivo principal es el de poder ofrecer explicaciones sistemáticas de aquellas realidades que estudia, como los fenómenos del mundo físico, y los que se desarrollan en el ámbito humano y social. Para convertirse en objeto de investigación científica, estos fenómenos han de ser comprobables por la observación o producidos por medio del experimento. Salvo en casos excepcionales, se requiere también que la observación o producción de esos fenómenos pueda repetirse.

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Las explicaciones científicas tienen, además, la peculiaridad de ser expuestas, por un lado, en un lenguaje preciso (que, a ser posible, sea el lenguaje matemático), y, por otro, de una manera bien ordenada y organizada.

Para lograr alcanzar su objetivo, la ciencia procede de una manera especial, es decir, aplicando un método. Muchas veces se ha dicho que la ciencia no ha progresado hasta que no se ha descubierto su método apropiado. Esta afirmación es equivocada por varios motivos. Históricamente se han dado otros métodos distintos del hipotético-deductivo, métodos que han regido en una medida u otra la investigación de la naturaleza. En épocas y en culturas distintas encontramos métodos diferentes y no hay por qué negar el calificativo de «científicas» a las actividades que responden a esos métodos o a sus resultados. En cuanto al progreso en la investigación o la comprensión de la naturaleza, puede también afirmarse que no es exclusivo de la historia de la ciencia, aunque, indudablemente, adquiera a partir de entonces una dirección y una intensidad que lo destacan de otros períodos.

Otra idea simplista, y al fin equivocada, sobre el método es que cada rama del saber tiene un método que le es propio, su método. Esto es falso aunque no lleguemos al extremo de afirmar que hay un solo método adecuado para todas las actividades cognoscitivas.

La confusión en estas cuestiones se ve favorecida por una mala comprensión de lo que se debe considerar como el método general de la ciencia.

Método científico

La palabra método viene de la fusión de las palabras griegas meta y odós, que significan respectivamente "hacia" y "camino". Así, literalmente, el método es el camino que nos lleva hacia un fin —este fin en relación con la ciencia es la explicación coherente y sistemática de algo—. Ahora bien, hemos de ser cuidadosos para que esta traducción literal no nos dé una idea equivocada de lo que es el método en general, y en especial en la ciencia.

Se puede contrastar la diferencia que hay entre un método o procedimiento general y uno particular, adaptado específicamente a un caso concreto, con la siguiente analogía: Imagina que te encuentras en una ciudad, en un determinado lugar, y que quieres llegar a otro punto de ella, una cierta calle, y un determinado número de esa calle. Un amigo te dice lo que has de hacer exactamente, por ejemplo, tomar el autobús número tal en una determinada parada, bajar en tal sitio, andar tantas calles en tal dirección, etc. Este es, indudablemente, un procedimiento concreto para un caso concreto, que sólo vale para ese caso (o para casos muy parecidos). En cambio, un procedimiento general sería el siguiente:

  1. Adquiere un plano de la ciudad,
  2. localiza en el plano el lugar en que te encuentras y el lugar al que quieres llegar y
  3. trázate un itinerario.

Por supuesto, en relación a este ejemplo se ocurrirán fácilmente otros procedimientos generales alternativos más o menos buenos (como el siguiente: "coge un taxi y di la dirección a la que quieres ir").

Otro ejemplo que ayudará a ver la diferencia entre un método o estrategia general y un método particular adaptado a un caso, o tipo particular de caso, es el que se refleja en las figuras de la página siguiente. En una se representa el conjunto de pasos o acciones concretas necesarias —que técnicamente se llama algoritmo— para llevar a término algo, o para solucionar un problema o tipo particular de problema (en este caso el de una avería eléctrica en el hogar). En la otra se representan las pautas de conducta generales, es decir, el método general seguido, en este caso para solucionar una avería o desperfecto cualquiera, doméstico o no (por ejemplo: una avería eléctrica, una avería en la conducción de agua, grietas en las paredes de un edificio, una avería en un coche, etc.).

Con estas analogías se podrá empezar a comprender lo que se quiere decir, cuando se afirma que para explicar científicamente los fenómenos no hay un método distinto en cada rama de la ciencia, sino diferentes aplicaciones de un patrón de razonamiento común al ámbito de problemas a tratar. Bajo la noción del método elaborada por la ciencia moderna, en la actualidad, podemos decir que el método común seguido en el razonamiento científico es el llamado método hipotético-deductivo. Este consiste, a grandes rasgos, en suponer que se dan unas determinadas relaciones entre los fenómenos, y en contrastar con la experiencia la serie de consecuencias que obtendríamos de ser verdaderas tales suposiciones.

Hay personas que piensan que el método hipotético-deductivo es adecuado para las ciencias naturales (física, química, biología, etcétera), pero no para las ciencias sociales o humanas (sociología, psicología, historia, etc.). No es éste lugar de entrar en una controversia bastante complicada, pero, aunque fuera cierto que ese método no es el único presente en la ciencia contemporánea, su importancia es tan grande que justifica que centremos en él nuestra atención. Así, en los casos o episodios científicos —algunos de los cuales pertenecen a las ciencias humanas— siempre interviene ese método.

Hipótesis, leyes y teorías

La actividad básica de la ciencia se dirige a descubrir regularidades entre los fenómenos, regularidades que sean «interesantes», en el sentido de que puedan servir para poder explicar esos fenómenos. Una hipótesis científica es una afirmación sobre la existencia de una de esas regularidades o sobre las causas de la misma.

A veces tales regularidades son patentes y se encuentran fácilmente. A menudo, en cambio, están más ocultas a la inspección superficial y su descubrimiento es difícil. De manera que el proceso que lleva a la formulación y la comprobación de una hipótesis científica es, a menudo, arduo, pero también muchas veces apasionante.

No serán consideradas buenas hipótesis cualesquiera afirmaciones sobre la existencia de regularidades o sobre sus causas. Como mínimo se exige que esa afirmación esté libre de contradicciones. Otro requisito indispensable es que pueda someterse a un proceso de comprobación. Por ello, de dos hipótesis que pretendan explicar los mismo fenómenos, elegiremos la más fácil de someter a ese proceso. Ello lleva a preferir hipótesis claramente formuladas y lo más sencillas posibles (relativamente al caso de que se trate).

La palabra hipótesis tiene a veces, en el habla común, un cierto matiz peyorativo, como cuando se dice que una cierta afirmación es una «mera hipótesis», es decir, una explicación gratuita de algo. También en los escritos de los científicos del pasado tenía la palabra ese carácter peyorativo. Sin embargo, en la mayoría de los escritos actuales que describen la actividad científica, ese rasgo se encuentra muy raras veces. Un resto de la vieja terminología se encuentra en el uso de la palabra «tesis» para referirse a una afirmación que comienza a tener cierta credibilidad al aparecer apoyada más o menos sólidamente por algunos datos. En este sentido, la palabra «tesis» se opone a «hipótesis de trabajo», expresión de uso frecuente que se refiere a una hipótesis cuyas consecuencias se están explorando y con la que todavía no ha empezado el proceso de comprobación.

Cuando una hipótesis es suficientemente general e importante y ha salido victoriosa de uno o varios procesos de comprobación ayuda a generar una teoría, es decir, una explicación de los hechos observados.

Las leyes científicas son generalizaciones empíricas de gran utilidad porque afirman qué va a suceder bajo ciertas condiciones. Con el desarrollo de una ciencia, muchas de las leyes científicas se organizan y sistematizan por su generalidad, su subordinación, etcétera y también se llega entonces a una teoría científica.

Hay de varias teorías importantes y muchas se bautizan de diferentes formas, a veces mencionando a su principal creador: la mecánica de Newton, la teoría de la relatividad de Einstein, la teoría electromagnética de Maxwell, la teoría genética de Mendel, la Teoría de la Evolución de Darwin, etc.

Como la palabra «hipótesis», en el uso común, la palabra «teoría» tiene a veces una connotación peyorativa. Pero no se da esa connotación en los escritos de los científicos o de los filósofos de la ciencia, como se puede ver por los ejemplos de teorías que acabamos de mencionar. Lo que sí se da a veces en el habla de la persona de la calle es la utilización de la palabra «teoría» como sinónimo de «hipótesis».

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