Argumento de la moralidad

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El argumento de la moralidad es el argumento apologista de que Dios es la fuente de toda moral, y por lo tanto, si existe la moralidad objetiva, Dios debe existir. Una forma particular de esto es el argumento de Santo Tomás de Aquino que la parte moral de la Ley de Moisés podría deducirse de la ley natural. Una extensión adicional es que toda la moralidad viene de las Escrituras, que a su vez es la palabra de Dios.

Premisas

Argumento de la Moralidad para la existencia de Dios:

Premisa #1: Si Dios no existe, no existen deberes morales ni valores morales objetivos.
Premisa #2: Existen deberes morales y valores morales objetivos.
Conclusión: Por lo tanto, Dios existe.

Críticas al argumento

La moralidad tiene que ver con las acciones, conductas, decisiones y valores que se definen como el bien o el mal sin importar si alguien tiene o no creencias en un ser divino. Cuando hacemos postulados con palabras como “debería”, “se supone”, “no está bien” y otras palabras de deber en cuanto el bien o el mal, estamos hablando de moralidad. Por ejemplo, decir “no está bien torturar a los bebés como método de diversión” es un juicio moral. Todo lo que tenga que ver con el bien o el mal (y qué está bien o mal) es parte de la moralidad.

La justificación del argumento para probar la existencia de Dios es a menudo contrarrestada al explicar o postular orígenes naturalistas para la moral. Si bien hay varias formulaciones seculares de la moral y la ética, como el humanismo, lo que hay que explicar es por qué sentimos la moralidad. Ventajas evolutivas para ciertos comportamientos que se podrían considerar "morales", proporcionan una explicación alternativa que no requiere de un ser divino.

Refutaciones

Hay varias refutaciones específicas contra la idea de que la moralidad procede de Dios y sólo Dios, así como defectos lógicos al usarla como un argumento para la existencia de una deidad divina:

  • La existencia de Dios se asume en la definición de algo que ya existe (la moral); por lo que es un razonamiento circular, al tratar de demostrar la existencia de un ser divino de esta manera.
  • La asunción de un ente omnipotente conduce a problemas de comunicación de un código moral de modo claro a las personas de una manera auténtica.
  • El argumento de que la moralidad es "vinculada directamente" por Dios (para eludir el problema de comunicación) implica que este argumento depende de la declaración de que la creación directa realmente sucedió, y el Pecado original no cambió, ni lo dañó.
  • Hay explicaciones para el origen de la moral que no sean "DiosLoHizo".
  • Cuando hay varias religiones o denominaciones cada una utiliza este argumento para justificar su propia versión de la deidad, y es por eso que la credibilidad de todo el argumento se debilita. Esto se debe a que la moral "objetiva" que se utiliza para la premisa no es exactamente igual para cada religión / denominación.
  • Para las religiones abrahámicas, las acciones de su dios (Yahwe/Jehová y Alá son el mismo dios) no son exactamente lo que la mayoría de la gente podría justificar como "morales", cuando son ellos los que realizan este tipo de acciones.

Religión/Dios como fuente de moralidad

¿Por qué debería considerarse que la religión es necesaria para la moralidad? Lo que cualquier religioso respondería es: Tal vez por la idea de que la gente desconocería la diferencia entre el bien y el mal si no se la revelase Dios.

Pero eso es imposible. Cualquier sociedad, basada o no en el teísmo, ha reconocido los principios básicos de la moral expuestos en los Diez Mandamientos, a excepción de la observancia religiosa. Cualquier sociedad estable castiga el asesinato, el robo y el falso testimonio, enseña a los niños a honrar a sus padres y condena la envidia de las posesiones del prójimo, al menos si esa envidia lleva a tratarle mal. Todas estas reglas se le ocurrieron a la gente mucho antes de cualquier contacto con las grandes religiones monoteístas, lo cual parece indicar que el conocimiento moral no surge de la revelación, sino de las experiencias de los seres humanos al vivir juntos, que les han enseñado que deben ajustar su conducta en función de los derechos de los demás.

Entonces, quizá la idea de que la religión es necesaria para la moralidad signifique que a la gente no le importaría la diferencia entre el bien y el mal si Dios no hubiera prometido la salvación para el buen comportamiento, ni amenazado con la condenación para el mal comportamiento.

Según este punto de vista, a la gente hay que empujarla a actuar moralmente mediante el castigo o premio divino. Pero eso también es imposible. Los motivos de la gente para adoptar un comportamiento moral son muchos, como el amor, el sentido del honor y el respeto a los demás. No consta que las sociedades paganas fueran más inmorales que las teístas. Además, la mayoría de las doctrinas teístas repudian la teoría del castigo divino como motivo para ser moral. El judaísmo hace poco énfasis en el infierno. El cristianismo actual está dominado por dos doctrinas rivales sobre la salvación. Una dice que lo único necesario para salvarse es la fe en que Jesús es nuestro salvador personal; la otra, que la salvación es un don libremente dispensado por Dios, que no puede ser merecido por nada que haga o crea una persona. Ambas doctrinas son incoherentes en el uso del cielo y el infierno como incentivos para la moralidad.

Algunos cristianos declaran que si no hubiera religión no habría diferencia entre el bien y el mal si no la hubiera establecido Dios. En realidad no habría nada requerido o prohibido moralmente, por lo que TODO estaría permitido. Es la opinión que formula William Lane Craig, uno de los principales defensores populares del cristianismo.

Vamos a plantearlo en términos de la autoridad de las normas morales. Supongamos que una persona o un grupo proponen una normal moral, por ejemplo contra el asesinato. ¿Qué daría autoridad a esa norma frente a los que discrepasen de ella? Craig argumenta que, en ausencia de Dios, nada. Sin Dios, los debates morales se reducen a meros debates sobre preferencias subjetivas. No habría respuesta correcta ni incorrecta. Como nadie tiene autoridad inherente sobre nadie, todos seríamos libres de actuar a nuestro propio albedrío. Para tener normas morales autorizadas, necesitamos a un mandatario con autoridad, y ese papel solo lo cumple Dios. Por lo tanto, las normas morales extraen su autoridad, su capacidad de obligarnos, del hecho de que las ordena Dios.

Las normas morales básicas (que está mal practicar el asesinato, la rapiña, la violación, la tortura, castigar brutalmente a alguien por lo que han hecho otros, o por errores inocentes, esclavizar a otras personas y practicar la limpieza étnica y el genocidio) las sabemos con mucha más seguridad que cualquier conclusión derivada de razonamientos objetivos o lógicos elaborados. Si encuentras un razonamiento que lleve a la conclusión de que se puede hacer todo, o incluso una sola cosa de la lista, entonces sí que será una buena razón para rechazarlo. Podríamos llamarlo «el argumento moralista». Por lo tanto, si fuera cierto que el ateísmo implica que todo está permitido, sería una razón de peso para rechazarlo.

La explicación

La moral, entendida como un sistema de reclamaciones mutuas en el que todo el mundo es responsable ante los demás, no necesita apoyar su autoridad en ninguna autoridad superior y externa. Se apoya en la autoridad que poseemos todos de exigirnos cosas mutuamente. Lejos de reforzar la autoridad de la moral, las apelaciones a la autoridad divina pueden minarla, ya que las teorías de la moral basadas en la potestad divina pueden hacer que los creyentes se sientan con derecho a no recurrir a nada más que a su idea de Dios para determinar cuáles de sus actos están justificados. En un sistema así es muy fácil ignorar las quejas de las personas ofendidas por nuestros actos, ya que no las reconocemos como autoridades morales con derecho propio; sin embargo, ignorar las quejas ajenas significa privarse de la principal fuente de información necesaria para mejorar la propia conducta. Apelar a Dios, no a las personas afectadas por nuestras acciones, equivale a una tentativa de saltarnos la responsabilidad ante nuestros congéneres.


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