Magia negra
La magia negra (o nigromancia) es el supuesto y falso conjunto de conocimientos y prácticas que intentan conjurar y someter espíritus malignos, demonios y las fuerzas maléficas ocultas para causar daño a los demás. Está mal relacionada con el satanismo aunque en los medios, quienes emplean este "arte" negro invocan a Satanás. No debe confundirse con la teúrgia, que es tratar de comunicarse con deidades.
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La magia negra, según el folclor, se utiliza para fines malévolos, para dañar o matar. Según la tradición, la magia negra se logra con la ayuda de entidades demoníacas. Otro término para ella es la magia goética o Ars goetia'.
Éliphas Lévi dijo en su Historia de la magia, “La magia negra se puede definir como el arte de inducir una manía artificial en nosotros mismos y en los demás; pero también es, sobre todo, la ciencia del envenenamiento“.
Arthur Edward Waite denomina a la magia negra como la pronunciación de palabras y nombres de potencia para “fines ilícitos” y “el reino de la ilusión y la pesadilla, aunque bastante fenomenal en sus resultados.” Se trata de la comunión con los demonios y los espíritus malignos para obtener beneficios materiales, o con propósito perjudicial.
La magia negra se asocia con la brujería y la hechicería. La Iglesia cristiana asoció toda la magia pagana y popular con la “magia negra”.[1]
Incluso en nuestros días, sigue habiendo gente que cree en la magia negra. Muchos charlatanes se publicitan en periódicos ofreciendo sus servicios a los incautos y crédulos.
La Biblia, de hecho, condena la práctica de la hechicería en el Libro del Deuteronomio:
"Nadie entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego; ni practicar adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros, servir de médium espiritista o consultar a los muertos. Cualquiera que practique estas costumbres se hará abominable al Señor, y por causa de ellas el Señor tu Dios expulsará de tu presencia a esas naciones."[2]
En lugar de intentar servir a sus semejantes como lo hacen los practicantes de la magia blanca, los magos negros tratan de obtener el control sobre las fuerzas sobrenaturales con el único propósito de engrandecimiento personal, la glorificación de sus apetitos más bajos y la siembra de la discordia, el descontento y la enfermedad.
El deseo de usar entidades sobrenaturales para causar estragos en su enemigo o para adquirir riqueza y poder material estaba en juego durante la época de los antiguos egipcios y persas. Los griegos y los hebreos adaptaron muchos de los rituales y encantamientos, transformando a los dioses de las culturas anteriores en los demonios de su propio tiempo. Este proceso de transmutación de la deidad continuó hasta los tiempos medievales cuando los dioses más antiguos de Oriente Medio se convirtieron en diablos, los antiguos misterios y ritos de fertilidad se convirtieron en orgías y los órdenes de adoración de la antigua jerarquía de dioses y diosas se convirtieron en modelos de hechicería. En la Edad Media, la creencia en la magia negra y los poderes del mal se volvieron tan intensos que el mundo se había convertido en un oscuro y sombrío lugar de temor gobernado por Satanás.
Los hechiceros de la Edad Media que practicaban la magia negra siguieron a la letra las instrucciones registradas en los Grandes Grimorios, libros llenos de ritos, rituales, encantamientos, conjuraciones y evocaciones de entidades demoníacas. La deidad más frecuentemente invocada por el hechicero oscuro de la época medieval hasta nuestros días es Satanás, un descendiente directo del Set egipcio y un alias para el Ahriman de los persas, el Iblís de los musulmanes, Asmodeo y Belcebú de los hebreos; y Pan, El dios de la naturaleza con los pies de cabra de los griegos, que se convirtió en la imagen de Satanás en la mente común. Además de Satanás, el principal creador del mal, había muchos otros dioses antiguos que habían sido transformados en demonios y personificados como vicios a los que se podía ordenar que hicieran lo que mandaban los magos negros de la Edad Media: Moloch, que devora a los niños; Belial, que fomenta la rebelión; Astarté y Astarote, que seducen a hombres y mujeres en el libertinaje; Baphomet, que complota asesinatos, y así sucesivamente.[3]
Véase también
Referencias y ligas externas
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